El domingo ppdo. fue un domingo distinto en Carlos Casares. Podríamos decir que alrededor de un 20% de su población, en gran parte masculina se movilizó para marcar su presencia en un encuentro de fútbol, dejando de lado rivalidades y preconceptos, para privilegiar la pertenencia y el localismo. Eran cuatro mil quinientas personas, algunos dicen que más, las que fueron a ver un encuentro de fútbol entre un equipo local, Agropecuario Argentino, y otro de tierras lejanas, si puede decirse así, nada menos que de la emblemática provincia de San Juan. Se trata del club Desamparados de San Juan, que disputa con Agropecuario Argentino el campeonato Federal B y su ascenso al Federal A.
En esas cuatro mil quinientas almas las había simpatizantes e hinchas de los distintos equipos del fútbol local, muchos de los cuales han tenido y tal vez sigan teniendo ciertos resquemores, diferencias y cuestiona-mientos con el representativo de AA. que irrumpió en el universo futbolístico local con la aparente soberbia (que algunos la tildaban de prepotencia) del que manejando presupuestos que los clásicos clubes locales no pueden manejar e ideas superadoras, ambicionan escalonar hacia otras categorías, haciendo el despliegue necesario en la búsqueda de la excelencia que les permita llegar al fin propuesto.
De aquel recelo inicial hoy queda mucho menos, y ello ha quedado evidenciado en el apoyo recibido por Agropecuario en esta etapa crucial de su carrera, por los mismos que ayer lo denostaban, pero a los que -como decíamos- la pertenencia y el localismo los puede, y el domingo hinchaban sin prejuicios al grito de «Agropecuario, Agrope-cuario….».
Y es bueno que así sea. Los revanchismos locales son parte del folklore futbolero, pero cuando se sale afuera a defender la camiseta, o cuando quien viene quiere llevarse algo, se terminan los enconos, y al grito «Casares, Casares» se suman los sentimientos y el corazón late por los locales, sea cual fuere el color de su camiseta.
Y sea cual fuere el resultado del próximo encuentro, queda en claro que hay valores que no se negocian, y aunque esas cuatro mil quinientas almas que llenaron el estadio de AA que en su mayoría no podrán alentar a los casarenses en San Juan, estarán igualmente apoyando desde aquí al equipo local, rezando por su triunfo.