Cuando en los programas televisivos y noticiosos los casarenses vemos o escuchamos que nuevamente se han intensificado los secuestros y pedidos de rescate, nos parece que ese tipo de delito se perpetra sólo en las grandes ciudades. Pero ocurre que en las grandes ciudades son muchos los casarenses que trabajan o estudian, y que por lo tanto son potenciales víctimas de esa modalidad delictiva que más que preocupar, aterra.
ESTUDIANTE CASARENSE «SECUESTRADO»
En capital sigue sus estudios universitarios Bruno Detzel, de 18 años, hijo de los propietarios de la agencia de lotería y quinielas «El Duende de la Fortuna», Adrián «Ruso» Detzel y Rita Gelabert, con locales en el centro de la ciudad y el barrio Hospital. El martes por la noche tuvo lugar el encuentro futbolístico entre los equipos de Argentina y EE.UU., por lo que Bruno se reunió a ver el partido con su íntimo amigo Tomás Mora, hijo de «Pototo» Mora, en el departamento de éste. Finalizado el partido los amigos se despidieron y Bruno Detzel se fue a su departamento. A partir de allí Bruno construye toda una patraña, fraguó su propio secuestro maquinando una historia fantástica que tuvo en vilo y desesperados a sus padres, movilizó a la policía y a la justicia, hasta que los peritajes, indicios y contradicciones dieron por tierra esa historieta, dejando al descubierto una historia cuyas razones no están claras, aunque todo haría suponer que Bruno quería angustiar y sacarle dinero a su padre, con quien -según trascendió- no tendría una buena relación.
EL PADRE DIÓ AVISO A LA POLICÍA LOCAL
El miércoles por la mañana, alrededor del mediodía Adrián Detzel recibe una llamada de los presuntos secuestradores, los que le decían que tenían a su hijo, le exigían una elevadísima suma de dinero a manera de rescate (se hablaba de DOS MILLONES DE PESOS), y que si no accedía a sus requerimientos se lo iban a dar en pedacitos dentro de una bolsa. Además el secuestrador daba muestras de conocer la situación de Detzel, dado que cuando éste le manifestaba que no tenía como reunir ese dinero, el secuestrador le decía que conocía su historia, que tenía otra hija, otra pareja y un hijo con ésta, que venda todo, las agencias, los autos, pero que reúna el dinero. Desesperado el hombre dio aviso a la policía local y puso en marcha la maquinaria de investigación policial dándose intervención a la DDI, la Jefatura Departamental y a la justicia federal, dado que el delito de secuestro depende de la misma. Mientras tanto Detzel tuvo un par de conversaciones con los presuntos secuestradores intentando negociar la cifra, pero estos fueron inflexibles, que junte los dos millones. El tenor de las mismas era amenazante, exigiendo el dinero a cambio de la vida del joven.
APARECE SANO Y SALVO Y SE DESENTRAÑA EL SECUESTRO MENTIROSO
A eso de las 3 de la madrugada del jueves Bruno Detzel apareció sano y salvo -se decía- en la zona de Los Cardales, sin que se hubiera pagado ni un peso del rescate. Allí concurrió a la policía del lugar y desde allí llamaron a nuestra ciudad para avisar que había aparecido y se encontraba en perfectas condiciones. De inmediato una comisión lo fue a buscar y tras una breve estada en esta ciudad y reencontrarse con sus padres, fue conducido a Pehuajó. Allí el chico contó su historia, que lo habían secuestrado en una combi en la calle Escalabrini Ortiz, que lo amordazaron y vendaron sus ojos y que lo tuvieron en un lugar que no podía precisar, para luego dejarlo en libertad en un descampado. La policía con sobrados indicios de que se trataba de un autosecuestro no le creyó, razón por la cual en el avance de la investigación y cuando ya existía la certeza del secuestro mentiroso, quedaba por dilucidar quien o quienes habían sido los cómplices . A Tomás Mora, la última persona que había estado con Bruno los padres de éste le pidieron que vaya a su departamento para ver si se encontraba en el mismo. Como Mora tenía una llave fue y lo encontró vacío aunque por algunos indicios daba la impresión que había estado allí. La policía demoró varias horas a Mora, quedando plenamente establecido que nada tenía que ver con lo sucedido.
CONFESÓ EL AUTOSECUESTRO
Finalmente Bruno confesó que todo había sido una patraña, un autosecuestro para sacarle a su padre una cifra de dinero , ya que presumía que había cobrado una deuda y entendía que ese dinero le correspondía también a él y a su madre, para lo cual contó con la complicidad de un estudiante casarense de conocida familia algunos años mayor y de un tercero de Capital, también mayor, quien habría sido quien se comunicaba con el padre de Bruno. La policía hasta tanto finalice las investigaciones reservó la identidad de los cómplices.
Analizar la situación ocurrida sería meterse en un tema espinoso que atañe a la relación de padres e hijos. Por sobre la locura cometida, los momentos de angustia que debieron pasar los padres de Bruno y el trabajo árduo que debió realizar la policía, que demasiados delitos reales debe afrontar, queda el tratar de entender que la naturaleza humana es compleja, y más aún cuando se trata de jóvenes que atraviesan por problemas de índole familiar afectiva.
EFICIENTE LABOR POLICIAL
Es de destacar el nivel de eficiencia y profesio-nalidad conque se manejó la policía, que de inmediato constituyó su cuartel en la comisaría local con la presencia del jefe de la DDI , del Jefe Departamental, el Jefe Distrital y una línea directa con la Fiscal Federal y las policías especializadas , logrando la intervención de los teléfonos y otras actuaciones que los llevaron al convencimiento de que el secuestro había sido fraguado. Un trabajo exitoso que merece ser reconocido.