Hemos visto, hemos comentado, hemos fotografiado que de áreas de la política que no son precisamente oficialistas, al menos en lo local, se está agitando el panorama político embozado en espacios de trabajo, comunicación, compromiso y participación ciudadana. No nos parece mal, el compromiso de tales sectores no es el de gobernar y eso los exime de la prudencia lógica que se debe tener cuando las circunstancias no son las mejores y antes de fogonear la política con miras eleccionarias es absolutamente prioritario el accionar en pro de la concreción de las distintas obras en marcha, de aquellas que se han frenado por falta de recursos provinciales y nacionales, y de una gestión que permita concretar lo proyectado y satisfacer la necesidades básicas de la comunidad en materia de salud, seguridad, educación y la atención de los servicios.
Para el oficialismo local es demasiado temprano para hacer política. Contagiarse de otros sectores cuyo compromiso no es el de gobernar, puede ser perjudicial y convertirse en búmerang cuando lleguen los tiempos electorales. Lo que para unos puede ser lógico y hasta atendible, para otros es inoportuno e inadecuado.
El intendente Torchio tiene más de tres años por delante. Si bien las elecciones de medio tiempo son importantes, falta todavía un año para su llamado, la coyuntura actual le imprime el desafío de satisfacer las expectativas de un electorado que lo bendijo con el 64% de los sufragios, no puede darse el lujo en gastar su tiempo adelantando el almanaque electoral. Ya llegará el momento, que no es el actual, de rivalidar su triunfo para seguir gobernando con holgura política y apoyo ciudadano. «Paso a paso» decía un celebre DT de melena color mostaza. Por ahora gobernar, después llegará el tiempo de pintarse la cara, caminar la calle y timbrear la casa de los vecinos. No por mucho madrugar se amanece más temprano.