Así como hay quienes castigan, matan y abandonan a los animales, otras personas los aman, son solidarias y velan por ellos. A continuación relatamos uno de esos ejemplos, realmente conmovedor y digno de ser mencionado.
Tiempo atrás en pleno centro de la ciudad, una camioneta atropelló a una perrita negra, la que quedó sobre el asfalto gimiendo en forma desesperada y sin poder moverse. El dueño de la camioneta se bajó, la miró pero en lugar de auxiliarla dijo que no podía hacer nada porque estaba muy ocupado. Personas que se conmovieron con la escena y sienten por los animales un verdadero cariño la auxiliaron, llamaron a un veterinario el que la revisó pero su diagnóstico fue lapidario: la perrita había sufrido una fractura en la columna quedando cuadripléjica. Su destino era el de no poder caminar. Nadie lo dijo, pero el fantasma del sacrificio rondaba en el ambiente. Pero no, los resortes solidarios se tensaron al máximo, hubo quien se ofreció a cuidarla, alimentarla y esperar que un milagro le devolviera la fuerza de sus patitas y pudiera volver a caminar. Pero a quien la cobijó le surgieron distintos problemas de trabajo y otros por lo que se le hacía imposible seguir cuidando a la perrita, que ya tenía nombre. La llamaban «Negra», como su pelambre color azabache.
UNA VECINA SOLIDARIA
En medio de la preocupación de voluntarias de VACC que se ocupan en ayudar, pasear y velar por los animales, surgió una luz, la conocida vecina Alicia Beraza, también amante de los animales, se ofreció a adoptarla. Para esto ya le habían conseguido un carrito construido especialmente para animalitos que han perdido su movilidad, en el cual las voluntarias, en este caso la vecina Belén Belli en pago de la acción solidaria de Alicia Beraza, va todos los días a la casa de dicha vecina, ubican a «Negra» en el carrito y la pasean por las calles de la ciudad. Un cronista de El Oeste vio la escena, y también conmovido pensó que tamaña acción de amor y solidaridad debía ser conocida por nuestros lectores y los vecinos en general. Y de paso para que sirva como un llamado de atención para aquellos que maltratan, desprecian o no quieren a los animales.
Es una anécdota más, que tal vez no tenga que ver con los vaivenes de la política o los problemas que aquejan a la sociedad, pero si en cambio habla de los valores de los seres humanos, los unos obnubilados por sus afanes materiales, sus preocupaciones diarias o enfocados en otras problemáticas, y otros que aún sin sustraerse de los problemas cotidianos, no se enganchan en sumarse a ese egoismo colectivo que abre brechas a las que ahora le llaman grietas, y hacen un lugar en sus vidas para prestar un servicio solidario. Sea para una persona, para un animalito o una institución. Están presentes cuando alguien los necesita.