Falleció en Catamarca la antigua Profesora de Francés del Colegio Nacional.

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El baúl de los recuerdos, ese dorado cofre de los sentimientos, donde el alma guarda los más hermosos momentos que pasamos en la vida y, a veces, también algunos dolorosos o tristes, que nos marcaron con su paso. Ese baúl, suele activarse por alguna noticia, un comentario, una cita, y miles de imágenes que estaban adormiladas en  un rincón de nuestra mente, cobran vida y se vuelven presente.

Sara de la Vega de Pinetta ,  que un día llegara de su Catamarca natal junto a su esposo Raúl Pinetta, para cumplir tareas de profesores en el antiguo Colegio Nacional de la cale Maipú, octogenaria ya, falleció el último 9 de febrero en la provincia del “camino largo que baja y se pierde”, como algún día cantara Polo Gimenez, a la que había vuelto un día  junto a su hijo Raúl, que es médico y su hija Silvia, docente igual que sus padres. Su esposo Raúl, aquel inolvidable Profesor de voz aguardentosa, de pequeño físico pero grande en su sabiduría, había muerto aquí y, como un manojo de claveles marchitos, también viajó para descansar para siempre en su tierra.

Elegante, de facciones agradables y buen físico, Sara De la Vega, nos martirizaba con el francés, idioma que dominaba a la perfección y del que fue la primer profesora del mismo en el viejo “Nacio”, pero nos fue poblando el alma de hermosos recuerdos.

Muchos años el matrimonio Pinetta vivó en la calle Lamadrid, esquina Avda. Maya, vecinos del Dr. Mario R. Mariano, de quien eran muy amigos. Luego, se mudaron a la calle Pueyrredón, casi esquina José María Paz. Los chicos crecieron, se volcaron al estudio, Don Raúl falleció, y Sara tomó ala decisión de volverse con sus hijos a su nunca olvidada Catamarca, pero guardando en un rincón dorado de su corazón, imborrables recuerdos de los hermosos momentos pasados en Carlos Casares, según manifestó en más de una oportunidad a antiguos amigos casarenses con los que recomunicaba epistolarmente o con los que solía verse esporádicamente.

La vida para Sara Leonor de la Vega de Pinetta siguió su camino de sumar tiempo al recorrido terrenal, disfrutando en el transcurso del último tramo, del cariño de sus hijos y nietos. El 9 de febrero, ese navegar por los mares de la existencia llegó a su último puerto, y aquella Profesora de Francés del viejo Nacional, comenzó a volverse recuerdo en brazos de la muerte. A muchos casarenses que fueron sus compañeros de trabajo, sus amigos, y muchos de los que fuimos sus alumnos, un cosquilleo de ausencia nos dejó en el pecho el dolor del adiós.

 

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