Está ya probado que la gente cada vez va menos al cementerio a visitar a sus muertos. Lo hace en los primeros meses luego de su muerte y poco a poco va espaciando sus visitas hasta que estas se hacen muy esporádicas y finalmente dejan de hacerlo. Pero claro, los nichos y tumbas pagan los arrendamientos y como los muertos no responden (perdón por la irreverencia), le hacen el cargo a los vivos, que no levantan el muerto y la deuda con el municipio crece.
Distintos avisos y listas de deudores son publicados por la comuna notificando la morosidad de gran cantidad de arrendamientos en el cementerio local. Lo que no queda en claro es si pasado un tiempo prudencial los nichos arrendados serán desocupados y los muertos o la reducción de sus restos ubicados en un depósito. En esos casos puede ocurrir que si a algún familiar de los «desalojados» se le ocurriera ir a llevarle unas flores para algún aniversario o fecha especial, se encuentre conque en el nicho haya otro finado.