Demasiados ocupados deben estar los radicales de Carlos Casares en sus rencillas domésticas como olvidado de que el 12 del corriente mes, la Unión Cívica Radical casarense cumplió sus 100 años de vida. Un partido que ha escrito un prolífico capítulo de la historia institucional de Carlos Casares, aportando hombres probos y progresistas que contribuyeron al crecimiento y engrandecimiento de nuestro partido. Pero bueno, la memoria suele ser traicionera cuando los vaivenes de la política chica, esa que se hace de ambiciones, celos, pujas de intereses y divisiones, deja muy de lado los ideales doctrinarios, provocando el olvido de hechos fundacionales que forman parte de nuestra historia.
Ya está. Dijera un pensador progre que prefiere la rápida resignación ante lo inevitable, consciente de que no hay reparación ante el olvido.
Queda igualmente la posibilidad, aunque tarde, de reverenciar de alguna manera a esos próceres vernáculos que hace 100 años enarbolaron los ideales de un partido político que hacía apenas 21 años había nacido a la vida nacional de la mano de Leandro N. Alem, y tuvo en Casares a su primer intendente, don Julio Dorrego, en 1919. Al que luego le sucedieron muchos más, en un recambio de fuerzas políticas que ha dejado y deja constancia del enorme predicamento que ha tenido el partido radical en la comunidad casarense, y la impronta personal de sus hombres, que supieron interpretar las necesidades de la sociedad en su conjunto, actuando con austeridad, sobriedad y amor al terruño.
¡Adelante radicales!. Y felices 100 años.
Como no es bueno generalizar, debemos señalar que un grupo de radicales, conmemorando la trascendente fecha, publica en esta misma edición una nota evocatoria, prefiriendo el anonimato, tal vez para no avergonzar a sus correligionarios por el inexplicable olvido.
