Malos vientos o acaso un tsunami se abaten sobre el comercio local, pudiéndose observar el cierre de numerosos locales de venta de indumentaria, comidas y otros, cuyas ventas se han reducido notablemente en los últimos meses, a las que se han sumado la presión impositiva, los altos alquileres, el aumento total de los servicios y obviamente la caída del poder adquisitivo de la clase media. Es un problema que ya lo hemos vivido en circunstancias del país que es preferible no recordar. Cabe esperar que desde el gobierno se implementen políticas que permitan revertir esta situación, ya que es notorio que la clases más perjudicadas son las de los trabajadores, potenciales consumidores que se ven en la encrucijada de tener que prescindir de insumos básicos para poder llegar a fin de mes, sin contar el drama que se viene con el nuevo y brutal aumento del gas, en las puertas mismas del invierno. Un despropósito.