Cual si jugaran a la Ruleta Rusa los chicos que salen del boliche en las madrugadas se empeñan en hacerlo a pie por la ruta Loewenthal, a riesgo de ser arrollados en cualquier momento por un automovilista. Hace ya unos años esa ruta se tiñó de sangre en una tragedia que conmocionó a nuestra comunidad. Dos jovencitos, un varón de 15 años y una chica de 17 que iban por el costado de la cinta asfáltica perdieron la vida en el acto al ser atropellados por un auto que circulaba zizagueante a extrema velocidad. Dicho conductor, alcoholizado, atropelló a otros chicos más adelante, los que sufrieron lesiones pero no de gravedad. El auto terminó su loca carrera estrellado contra un reductor de velocidad.
Un funcionario del piso alto del municipio le comentaba a El Oeste que el personal de la Guardia Urbana le alertó sobre la irresponsabilidad de los jóvenes que cual si desafiaran a la muerte regresan caminando por la ruta. «Tenemos miedo que vuelva a ocurrir otra tragedia, por favor alerten a los padres para que concienticen a sus hijos a que no hagan tamaña locura», nos decía dicho funcionario con sincera preocupación.
A esas horas de la madrugada y a la salida de un lugar bailable nadie puede asegurar que quien conduce un auto está en completo dominio de sus facultades. Dos o tres copas de alcohol son suficientes como para que quien conduce lo haga de manera errática, sin un perfecto control del volante. Si todavía se encuentra en el camino con jóvenes que probablemente están en sus mismas condiciones y en lugar de ir por la banquina lo hacen por la ruta, el riesgo se duplica de manera alarmante.
No esperemos lo que nadie quiere que suceda. Sabemos que las autoridades están preocupadas, deben estarlo también los padres y evitar que sus hijos cometan ese tipo de locuras.