¿De que hablan los casarenses?. Y cuando nos referimos a los casarenses lo hacemos generalizando no en los segmentos politizados sino en el ciudadano común, tanto de las clases media o media baja, como aquel al que le dicen «de a pie», que no ostenta cargos públicos ni pertenece a clase dirigente alguna, sino que mira la marcha del acontecer ciudadano desde la posición social que ocupa. Ese casarense no se desvela por la política, su visión es lateral, casi desinteresada y por qué no desilucionada, habida cuenta de los dislates que ve a diario, no en el ámbito local donde el panorama es más lavado, sino en el nacional donde asiste a una especie de circo romano, deplorable y lastimoso que lo deprime y al que prefiere darle la espalda.
El casarense medio está más preocupado en la economía diaria, en el sistemático ataque a su bolsillo que le genera una angustia permanente. Piensa en su seguridad, o mejor dicho en la inseguridad, en su cobertura de salud, en el estudio de sus hijos que lo somete a sacrificios y privaciones, y sueña desalentado en que alguna vez nuestros males «congénitos» dejarán de ser tales.
El cada vez más acentuado desinterés por la política que exhiben los casarenses, es producto de la realidad actual que los somete al descreimiento y al pensar, en muchos casos injustamente, que los políticos son todos iguales. Y es tal vez por eso que cada vez cree más en las personas, sin importarle el color político ni las banderas que agita. Si hace es bueno, si promete y no hace es un chanta, es la lógica popular que la «clase» política no entiende, porque se ha convertido en una clase privilegiada, en un país en el que el pueblo ha perdido sus privilegios.