Atado a la historia de los pueblos de este país, como el ferrocarril, el Correo Argentino, emblema del inicio de las comunicaciones fue sin duda una avanzada en el crecimiento y progreso de los pueblos de la Argentina. En el nacimiento de Carlos Casares la fundación de cada pueblo estaba signada por la llegada del ferrocarril y la apertura de una estafeta postal, ésta última sucursal del Correo Argentino a través de la cual los habitantes se comunicaban y relacionaban con todo el país y eventualmente con el mundo.
Hoy, dicen, los números del Correo Argentino no cierran, y se comenta en el núcleo de su personal y funcionarios de mayor rango, que existiría un proyecto para despedir a unos 3000 empleados y cerrar alrededor de 600 oficinas de las 1600 o más con las que cuenta. Por ahora -dicen- se trata de una versión que cobra fuerza y suma preocupación entre la gran cantidad de empleados con que cuenta dicha repartición. Un comentario que ha llegado también a Carlos Casares y que se ha viralizado por lógica en todas las oficinas de la institución, aunque aún no hay nada oficial, pero se dice que: «cuando el río suena, agua trae…».
No se puede discutir que la gran vigencia que tuviera el Correo Argentino en los albores de este país se ha ido perdiendo a través de los años con el nacimiento de nuevas y más expeditivas formas de comunicación, ya que la desaparición de la correspondencia, al menos la que mantenían las personas a través de sus cartas familiares, prácticamente ha desaparecido, si bien el correo ha sufrido transformaciones, agiornándose en otro tipo de servicios, está claro que ya no es lo que era, si bien no deja de ser importante en el contexto de sus múltiples funciones que aún cumple y para las que es sumamente necesario.
Pero en este país en el que los números mandan, parece que deberá sufrir una reconversión que en términos concretos significa achicar gastos mediante el despido de empleados y el cierre de oficinas, si lo que se comenta a voces es cierto. Esperemos que no lo sea. Tal vez ya no veamos al tradicional cartero de medias suelas gastadas y callos prominentes, pero todavía el Correo cumple funciones que lo hacen importante e imprescindible.
El de Casares funcionó por muchos años en la calle Maipú casi Lamadrid en un viejo local pegado a la entonces farmacia Sigal. Luego se hizo el nuevo edificio en Avda. Maya y Lamadrid, pegado al Centro Cívico, el que curiosamente fue inaugurado por un militar, el Gral. Otero, representante del gobierno de facto emparentado a la profesora Susana Sigwald (f), y bendecido por un policía, el comisario Sanz, devoto católico y cursillista, en ausencia del sacerdote local.
SUENA COMO IMPOSIBLE
El hecho de que puedan llegar a cerrar la oficina local suena como algo imposible y descabellado, en virtud de que aún habiendo declinado el trabajo del Correo en ciertos rubros, es mucha la correspondencia de empresas, como encomiendas, cartas documento y distintos servicios que presta, como el control de las elecciones por citar algunos ejemplos. Para que la oficina cierre ese servicio los tendrían que prestar empresas privadas, que por cierto alguna de ellas está pasando por muy malos momentos económicos e incluso se cuestiona su continuidad.