Mucho se habla de la grieta, en la política, en la familia, en el periodismo, en la vida cotidiana, es como una herida abierta que se resiste a cerrar porque la terapia no es la indicada, la receta falla y en lugar de cicatrizar se abre más aún y sangra sin solución.
El valor de la amistad, en correlato con el Día del Amigo celebrado recientemente, es la única terapia que cierra la grieta. Los amigos preservan la esencia que los convirtió en hermanos de la vida, confidentes, psicólogos todo terreno, solidarios y genuinos dadores de amor, comprensión y tolerancia. Ellos ante la grieta que a todos separa, no permiten que ello suceda, desvían sus charlas hacia otros temas que no tengan nada que ver con la ideología o las mezquindades de posiciones políticas irreconciliables. Ellos brindan, bromean, discuten, lloran y ríen juntos, son amigos. Y si en algún momento se trenzan en un intercambio de posiciones, siempre aparece otro amigo que pone paños tibios, desvía el eje de la discusión y la grieta si amaga aparecer la cauteriza la amistad, el sentido común, el privilegio a la amistad.
Sería imposible pedir que quienes ahondan o fomentan la grieta, sean amigos, pero si podrían usar la terapia de la comprensión, el respeto por el otro y el privilegio a las causas nobles, sin mezquindades que lesionen relaciones de trabajo, familiares, comerciales y obviamente políticas, ya que si -como dicen- la política es una ciencia noble, en la grieta no hay nobleza, sino la imbecilidad de quienes necesitan enemistarse, agredirse, injuriar y faltar el respeto por ideas que ni siquiera llegan a serlo, porque las ideas, como dijera el célebre educador Domingo Faustino Sarmiento «no se matan» parafraseando a su autor el francés conde de Volney. ¿Por qué entonces intentar matar las ideas del otro, generando una grieta? .
Quienes el jueves por la noche invadieron todos los locales de comida o se reunieron en sus casas a celebrar la amistad, no saben lo que es la grieta, la amistad es el mejor antídoto, un valor agregado que el ser humano debe cultivar por sobre todas las cosas.