«Cosas veredes, Sancho…», otra frase mentirosa que le adjudican al gran libro de Cervantes «Don Quijote de la Mancha, que al igual que otra frase «Ladran, Sancho, señal que cabalgamos…», no existen en la obra original, pero la tradición y la costumbre la han hecho pertenencia de El Quijote.
Sirva esta frase para graficar la realidad actual en la que los argentinos vemos cada cosa que nos dejan atónitos. Ver por ejemplo que del gobierno anterior uno a uno como peras maduras van cayendo los esbirros de la Reina Cristina, mientras ella se yergue victoriosa desde los escenarios electorales cosechando voluntades, indemne y exultante, a punto de hacerles pito catalán desde el Senado de la Nación a quienes la demonizan cual una bruja maligna que sobrevuela la testa de los buenos en su escoba mágica.
Es así que pululan en los reductos oscuros de las cárceles vernáculas personajes como el «ferroviario» Ricardo Jaime, el ex-bancario devenido a multimillonario y mega empresario Lázaro Báez, el valijero del convento José López, el contador de verdes Daniel Pérez Gadín, ahora el contador de Cristina Víctor Manzanares y De Vido que está a punto de caramelo, además de otros camanduleros de segunda línea por travesuras diversas, todos vomitando lo robado, resignados a purgar tras las rejas sus angurrias políticas.
Y ella sube en las encuestas, le moja la oreja al oficialismo impoluto, y se mofa de la justicia que no la ajusticia, y todos se preguntan: «Qué tendrá esa mujer, cuando los provoca?, qué tendrá esa mujer que a los macristas los vuelve locos…?». Dijera El Hijo de Cuca, don Ricky Maravilla.
Cosas veredes Sancho… Mirtha Legrand que promete inmolarse suicidándose con la cola de un langostino, con tal de que la señora, la más Reina, la que podría eclipsar sus 90 pirulos de fama gastronómica, no vuelva. Mirtha que se ofendió porque la dejaron afuera en el spot del Día del Amigo que hicieron Tinelli y Susana, podría haber hecho otro más espectacular, de ella en un te party con la Reina Cristina, hablando de los cueritos de Luisito Vuitton, las joyas de Tiffany y los trapos de Versace.
Y pensar que una vez la «mezasa» de la diva de los almuerzos se tendió en los paisajes nevados del Calafate y fue anfitriona del matrimonio K, intercambiando piropos entre musses de centolla, churrasquitos de ciervo y frutos rojos del bosque de coníferas del confín del mundo, todo regado con vinos blancos helados del Glaciar Perito Moreno.
Cosas veredes Sancho… Las festicholas de jubilados recibiendo las mieles de la Anses de manos del atigrado Massa y la presencia de Néstor y sus mocasines raídos…
Cosas veredes Sancho… La pulcritud del Fernández bueno comandando el timón del gabinete, también de Néstor, bajo la mirada torva de Cristina que sin hablar decía «este nos va a ….».
Cosas veredes Sancho… una hormiguita viajera que manejó la gran caja de pandora que abastece al trencito de la alegría, y ahora se ducha en agua bendita, con toques de lavanda awuada.
Cosas veredes Sancho… Al chivilcoyano que despreció los honores terrenales por aspirar a ser uno de los habitantes del Olimpo, y ahora desde el llano deberá competir con un emponchado de la ranzia estirpe grasita.
Cosas veredes Sancho…¡mentiras!, no veredes nada, los perros no ladran, nosotros no cabalgamos, los molinos están sin viento, la dulcinea no es Luly Salazar… el manco Cervantes inventó todo, y vos, Sancho, gordito trucho, vas a terminar como la Tota tropical, sabés por qué?, porque la fama es puro cuento.