El acto reflejo es un movimiento involuntario que una persona realiza como respuesta ante cierto estímulo. Se dice que estos movimientos son controlados por el arco reflejo, «una serie de estructuras que actúan intermediando entre el receptor sensorial y el efector».
Muchos creen que el agresor responde a ciertos estímulos, salvo aquellos cuya personalidad agresiva no precisa de estímulos, ni lo hace en forma involuntaria, sino con el afán de dañar de palabra o de hecho a un semejante.
Tal vez valga preguntarse si la personas pueden suscribir pactos de no agresión, controlando acciones a fin de asumir una actitud respetuosa y tolerante aún en contiendas en las que se juegan factores de poder. Y esto viene al caso de la propuesta que hiciera el espacio político que lidera el concejal Sergio Carciofi de suscribir un pacto de no agresión entre candidatos que participan en las próximas elecciones legislativas, a fin de acordar una «campaña limpia», sin hechos o manifestaciones que generen un clima provocativo y beligerante.
Claro que se puede, aunque el éxito de dicho compromiso depende de las circunstancias, muchas de las cuales son consideradas por algunos como prácticas habituales en justas eleccionarias, mientras para otros son el costado pillo de la política que se pueden evitar, como también las «verdades» que puedan dedicarse entre los contendientes, consideradas por unos como agraviantes y por otros como parte de la conducta humana de quien se cree agraviado.
Pero no la hagamos difícil, es bueno lo que se ha hecho, y mejor aún sería que se cumpla a rajatablas, como una expresión de madurez política, y exhibición de la buena conducta necesaria para que al finalizar estos actos de civilidad democrática, no queden heridas abiertas, que en comunidades pequeñas como la nuestra adquieren una dimensión mayor.
El hecho de que los candidatos hayan aceptado el compromiso es un paso adelante, algo que podríamos llamar inédito en política, atento a que huelgan ejemplos desde el gobierno central y los capistostes de los distintos partidos políticos, que han hecho de la agresión, de la famosa grieta y del todo vale, un estilo grotesco, bochornosos y lamentable que ensucia la política y daña la democracia.