Le cabe a los intendentes municipales la responsabilidad de gobernar atendiendo a las necesidades de su comunidad, escuchando los reclamos de los vecinos, pero fundamentalmente el gestionar ante la provincia y la nación a fin de ver satisfechas dichas necesidades cuando estas exceden las posibilidades económicas del municipio. Solicitar, gestionar, pero de allí a tener que mendigar una y otra vez por obras que vienen a satisfacer los derechos del ciudadano consagrados en la constitución, es si se quiere indignante, y no sólo para el funcionario que debe resignarse a golpear puertas sin tener respuesta alguna, sino también para el vecino cuyas necesidades vitales y la vivienda es una de ellas, deben ser atendidas.
Hace ya casi dos años que el Intendente Municipal gestiona una obra de 84 viviendas urbanas en terrenos aledaños al barrio Balbín que puso a disposición el municipio, pero dicho proyecto está empantanado. Una y otra vez los funcionarios que lo atienden le aseguran su concreción y rápido inicio, pero cual si hubiera una «mano negra», que seguramente no la hay, el proyecto no se mueve y la obra no se inicia.
El déficit habitacional en Carlos Casares es notorio, desde el municipio con recursos propios y aportes de las familias que no tienen techo, se están haciendo verdaderos milagros, con creatividad y esfuerzo, pero existe un segmento de nuestra población que no tiene esas posibilidades y por lo tanto necesita el auxilio solidario de quienes gobiernan. Por esa razón es incomprensible que proyectos como el de las 84 viviendas para Casares se eternicen en promesas, cuando esas familias viven en casas que se caen a pedazos o pagan alquileres que les llevan la mitad del sueldo.
Es de esperar que se pongan las pilas y piensen que la pobreza o las carencias no son caprichos, que vivir en una casa digna no es un lujo sino un derecho. ¿Cuando salieron a timbrear, no pensaron que hay gente que ni siquiera tiene timbre en su casa?. Es evidente que la sensibilidad no timbrea en la puerta de muchos gobernantes’, los que encerrados en un microclima no ven que a aquel que ayer le reclamaron su voto, hoy hay que darle soluciones.