Los bienes sean materiales o inmateriales que perduran a través de los años y por su riqueza artística y su historia merecen ser considerados patrimonio histórico del lugar en el que se encuentran, deben ser objeto de una cobertura legal que impida sean demolidos o modificadas sus estructuras, a fin de que perduren como verdaderas reliquias arquitectónicas en el caso de los edificios, como testigos de una época que merece ser recordada. Y en rigor tanto a nivel nacional, como provincial y municipal existen leyes, disposiciones y ordenanzas destinadas a resguardarlos. Carlos Casares tiene una ordenanza y en algunos casos dichos edificios son señalados con una cartelería que los identifica. Fue impulsada durante la administración del intendente Pascual Ángel Rampi a través de la Comisión Municipal para el Mejoramiento y Crecimiento de los Espacios Públicos, la que convocó a asesores del Museo A. Jauretche del Bco. de Buenos Aires , especialistas con larga experiencia en la materia, realizándose un prolijo relevamiento en el orden local.
Pero estimamos que eso no alcanza, días pasados en una nota de humor y color nos referimos a uno de esos edificios, la casa y consultorio que fuera de uno de los primeros médicos establecidos en Carlos Casares, el Dr. Demetrio Aranovich, ubicada en la calle Brandsen entre H. Yrigoyen y Maipú, cuyo frente ofrece una apariencia ruinosa, sus paredes descascaradas, su carpintería en muy malas condiciones, fruto del descuido y el abandono.
Es sabido que el hecho de ser declarado un edificio Patrimonio Histórico, a la comuna no le confiere derechos sobre el mismo, pero para que el tema no sea tan sólo declamatorio, sería importante y necesario que convengan con sus propietarios u obtengan su autorización, para mantener en buen estado al menos los frentes de esos edificios, impidiendo que el tiempo y la desidia los conviertan en ruinas, desvirtuando la intención de preservación que animó a quienes los declararon Patrimonio Histórico.
Las cosas hechas a medias por lo general no arrojan los resultados que se pretenden. El ser humano es depredador, tanto en lo que hace a la naturaleza como a lo poco que le importa echar abajo testimonios de una arquitectura de un tiempo que pasó, sin advertir que está destruyendo parte de nuestra historia.