6 vueltas de campana luego de un despiste y posterior choque contra el talud, mostraron como el auto se desintegraba en cada tumbo, y como el casco del conductor se
bamboleaba en el interior del auto. Pero la jaula resistió y Grobito nació de nuevo.
Hacía mucho que no se daba en una categoría mayor como el TC Pista un accidente tan espectacular, más propio de la Fórmula 1 o de los óvalos de los EE.UU. Y fue el casarense Daniel Grobo su protagonista en Misiones, como fruto de un toque con Gustavo Crucianelli que venía detrás. El Dodge de Daniel desestabilizado por el toque hizo un semitrompo y se desbarrancó a 200 km. por la banquina hasta pegar de lleno contra un talud de tierra, verdadero muro en el que el auto rebotó hacia arriba y comenzó a dar una serie interminable de volteretas destruyéndose en el aire. Primero voló el capot, luego las puertas le siguió la cola y finalmente lo hizo el techo. En su interior se observaba el casco rojo de Grobocopatel que se bamboleaba en las imágenes de un lado hacia otro. Cuando el auto dio su última vuelta solo quedaba la jaula, el resto las chapas y plásticos había volado. Nadie llegó a pensar que su conductor pudiera estar con vida. Hubo momentos de tremenda zozobra, el ambiente automovilístico paralizado esperaba alguna buena noticia. En torno al auto siniestrado se agolparon pilotos, ayudantes de pista y se observaba que sacaban al conductor y lo colocaban en una camilla rígida para luego llevarlo al hospital. Nos hizo acordar esos instantes dramáticos luego del accidente de Roberto Mouras en el camino de la ambulancia hacia la clínica donde luego fue anunciado su fallecimiento.
Pero en este caso las noticias fueron felices, Grobito estaba consciente y hasta se dijo que hablaba por teléfono. No lejos de allí estaban sus padres Jorge, Rebeca y su pequeño hijo. El corazón volvió a latirles al conocer las buenas noticias. Los elementos de seguridad del auto habían funcionado. Todo se deshizo, pero la jaula lo protegió preservándole la vida.
Lo demás queda para la anécdota, tal vez para los archivos de las redacciones, pero lo cierto es que el joven empresario se tuteó con la muerte, y como se dice vulgarmente, la puede contar.
La pregunta del millón es si Daniel Grobo volverá a correr, si tomará lo sucedido como gajes de una pasión que puede más que la lógica, o si decidirá bajar la persiana y no volver a desafiar al destino. Es quizás muy pronto para saberlo, él, su conciencia deberán meditar a fondo que decisión tomar.