El ex-líder de PRO, que dio el portazo luego de una negociación azarosa, reculó para afirmarse y le pasó la factura a Cambiemos privándolo de tomar el timón del Deliberante.
Estaba dentro de los escenarios posibles y así lo estimamos en nuestro análisis de la situación de incertidumbre que se presentaba en la Sesión Preparatoria del Concejo Deliberante, respecto a que actitud podría asumir el concejal Zabala a la hora de votar las nuevas autoridades.
A Zabala se lo sabía enojado, tal vez indignado por lo que consideró un destrato a la hora de elegir a los candidatos que conformarían la lista de Cambiemos. Como que no se lo tuvo en cuenta, ofreciéndole migajas de lo que pretendía. En la discusión tiró la toalla, guardó los guantes, pero no salió del ring. Dejó el bloque de Cambiemos, formó su bloque propio y dejó picando la incógnita de cual sería su actitud a la hora de votar a las nuevas autoridades. El Oeste lo planteó en la misma edición en la que sus titulares anunciaban el holgado triunfo de Cambiemos. Podría haber problemas…
NO HAY ENEMIGO CHICO
Echando mano a un viejo dicho, podemos decir que «no hay enemigo chico», y Zabala solo, con un bloque unipersonal que resumía sus intenciones pero no le auguraba demasiadas posibilidades, se jugó una carta brava, demasiado brava para un político componedor. Se puso el cuchillo entre los dientes, se alejó de toda influencia quedando tan solo arrullado por su familia, y decidió que de ninguna manera con su voto iba a contribuir a llenar las alforjas políticas de sus ex-socios. Y eligió el camino menos doloroso. Para él, para la solemnidad del acto de asunción de los nuevos concejales y para los vecinos en general. NO FUE, FALTÓ A LA SESIÓN, NO VOTÓ. Faltó con aviso, se quedó en su casa, mientras en el recinto el aire era irrespirable, o mejor dicho se respiraba tanto suspenso e incertidumbre, hasta que el silencio se convirtió en murmullo cuando los concejales ocuparon su lugar y la banca de Zabala estaba vacía.
Alguien por ahí dijo: «ahora la oposición se va y deja sin quórum el recinto». Semejante papelón hubiera sido inadmisible. La barra estaba llena de familiares de los nuevos concejales a la espera de su juramento para expresarles su júbilo y satisfacción. ¡Ya está! dijo alguien allí presente. Ante el hecho consumado solo quedan los comentarios, la realidad mostraba una vez más que no se puede gastar a cuenta.
Queda para el análisis el comportamiento del concejal que tuvo en vilo a todo el espectro político local, favoreciendo con su acto de rebeldía a quienes por imperio de los votantes casarenses creían perdidas todas posibilidades de continuar comandando el Concejo Deliberante.
Si se quiere, desde el punto de vista de la ética política fue un acto «contra natura», pero alguien lo quiso así y tiene nombre y apellido Jorge Zabala.