La política, esa ciencia bastardeada hasta el hartazgo por los mismos que la profesan, parece ser tan necesaria como inútil cuando se la usa para alimentar egos, dirimir pujas personales y dejar de lado sus postulados para incursionar en temas menores que tienen que ver con las miserias propias de la ambición humana.
Un hecho menor que tiene que ver con las diferencias de criterios para la conformación de una lista partidaria, provocó un cisma en el principal partido de la oposición, que sin dar lugar al razonamiento como tampoco al diálogo, generó un conflicto sin solución que terminó creando tal incertidumbre en el partido vencedor, que hasta último momento no sabía si en la práctica su victoria se iba a materializar con hechos concretos. Y nos referimos específicamente a la composición del nuevo Cuerpo Deliberativo (HCD) con el ingreso de los concejales de las últimas elecciones legislativas. Las diferencias surgidas entre la dirigencia de Cambiemos, dio motivo a que uno de los concejales del PRO, miembro fundador de la agrupación en Carlos Casares, el concejal Zabala, se retirara de las negociaciones por considerar -a su criterio- ser objeto de un destrato político que no merecía, el que le habría ocasionado problemas de salud, razón por la cual decidió darle un corte a las negociaciones, dejando el espacio Cambiemos, para conformar su propio bloque al que denominó «Todo para Casares».
Tal situación ocasionó un cambio fundamental en la relación de fuerzas del Concejo Deliberante, enfrentándose el partido triunfador (Cambiemos) a la dependencia del criterio de votación que tuviera el concejal Zabala para elegir las nuevas autoridades del cuerpo. Y es a partir de esa ecuación cuando se destapa la olla de la incertidumbre, ante el silencio del concejal escindido del bloque de Cambiemos, quien lejos de anunciar sus intenciones asumió un aislamiento personal y de todo tipo que alimentó aún más tal incertidumbre, hasta el punto de que minutos antes del comienzo de la Sesión Preparatoria en la que debería conformarse el nuevo Cuerpo y ser electas las autoridades, se desconocía que temperamento iba a asumir el Concejal Zabala.
El hecho, caso anecdótico (ya todos saben que pasó), refleja lo endeble del sistema democrático, y en cuanto depende del estado de animo de los hombres que nos gobiernan. Pasa aquí en un pueblo pequeño, en el que las cuestiones políticas no afectan lo nacional, pero también pasa en la política mayor, que también como en Casares depende de criterios y posturas personales, algunas acaso caprichosas, otra no tanto, pero ni una ni otras con la generosidad que se reclama cuando de sus decisiones dependen sus mandantes, que son el pueblo.
Por algo estamos como estamos.