Según información confidencial obtenida de los bancos locales, los casarenses prefieren tener sus ahorros en dólares y «bien guardados».
Es tanto problema el no tener dinero que el tenerlo de sobra, o por lo menos contar con capacidad de ahorro. La volatilidad de los mercados, la incertidumbre, los vaivenes del dólar y las tasas de interés que se utilizan para intentar controlar la inflación, le ponen incertidumbre a las decisiones de quienes quieran ahorrar. Y surgen las dudas: ¿en dólares?, ¿en plazos fijos?, ¿en títulos?, ¿o acaso en inmuebles u otros bienes?. Si nos atenemos a información confidencial ya que en ningún caso se atrevieron a darnos cifras oficiales, los casarenses han elegido o eligen la moneda estadounidense para preservar sus ahorros. Ni las tasas altas llegaron a tentarlos lo suficiente como para cambiar sus activos en dólares y llevarlos al banco en calidad de plazos fijos, Lebacs u otros papeles. Prefieren comprar dólares, que -dicen- históricamente han sido la mejor inversión y además no están atados a la alquimia de los economistas que manejan nuestro país. Es así que los excedentes con los que cuentan aquellos privilegiados que aún en tiempos de crisis siguen abultando sus alforjas, van a parar a las cajas de seguridad o algunos escondites, donde no ven la luz del sol, pero son un reaseguro a futuro. Nos decía un empleado de un banco local que las compras en dólares se han triplicado en los últimos tiempos, algunas abultadas y otras en pequeñas cantidades cuyos compradores atesoran, reemplazando plazos fijos por «verdes», para ganar en tranquilidad.
El lado negativo de esta modalidad de ahorro es que al país no le sirve, ese dinero está parado, no produce ni deja producir, no ingresa al sistema bancario, no se hacen inversiones, nada, en una palabra es dinero muerto.