Buena pesca y mala noche de conocidos dirigentes políticos

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Una buena idea, la de organizar un día de pesca y confraternizar como buenos amigos a pesar de algunas diferencias de tipo político, reunió a los conocidos vecinos de ésta Germán Mallofré, Horacio Dince, Chupito Mora, Oscar Reyero, Todoverde Martínez (infiltrado?), Eusebio Giménez, Oscar Herrero, Abel y Román Mallofré, Marcelo Hernandorena, el hijo de Leo García y seguramente algún otro que se nos «chispoteó», Consiguieron un colectivo de Fernando Donnay y las camionetas de Mora y Reyero. Cargaron las cañas, algunas vituallas (parecían botelleros) y con buena carnada se dirigieron a la laguna de Berutti, a despoblarla de peces.

 

QUERÍAN ESTAR CERCA DEL AGUA

 

Manejaba Mallofré, experto en excursiones pesqueras, quién decidió estar en la primera línea del agua, para de ser posible tirar la línea desde arriba del colectivo. Y se mandó nomás, pese a las advertencias de una baqueana que le dijo que no abandone la huella.

Y Mallofré, distraído seguramente por algún fantasma radical, se fue de la huella y el colectivo se sumergió en el barro hasta los ejes. Vanos fueron los intentos de sacar a esa mole del barrial, Chupito se apoyó para empujarlo y se escuchó un ruido sordo … se le «rajó» el pantalón. Reyero dirigía desde arriba, Herrero trazaba la ingeniería, como era ya sábado inglés Todoverde dijo que el mastiquín no le pide que trabaje los sábados, Abel Mallofré estaba encargado de la cartelería y Eusebio Giménez dijo que solo respondía a las órdenes de Foglia y eventualmente de Seraci. Y el colectivo no se movía. Trajeron un tractor y tampoco lo pudo mover, por lo que decidieron pescar y pasar la noche allí, total, el pronóstico decía que a lo sumo la temperatura no iba a llegar a bajo cero.

 

CAMA DURA, UN FRÍO DE CA…….Y UN OLOR A PESCADO QUE ERA UN TORMENTO

 

«Cuando lo vi a Todoverde Martínez roncando sobre un banco y a Germán Mallofré en posición fetal temblando como una hoja, pensé que no volvíamos», le decía Chupito al cronista, acotando que él durmió en la camioneta con calefacción y buena música. Para colmo la pesca había sido buena y el olor en el colectivo era insoportable. Al otro día cada cual comenzó a opinar, llegando a la conclusión de que había que conseguir un alambre de acero y un tractor de los grandes, porque de lo contrario el colectivo iba a convertirse en parte del paisaje. Unos vinieron a Casares, otros se quedaron cuidando el armatoste. Consiguieron un alambre de acero y con la ayuda de un enorme tractor volvieron el lunes y pudieron sacarlo. Hicieron un pacto de honor de que nadie se enterara.

 

TODO TIENE EXPLICACIÓN…

 

Pero como no hay secreto que valga, la aventura y el naufragio llegó a conocimiento de algún político avezado, que cargado de ironía dijo: «Los traspiés de los políticos suelen tener explicación… mirá lo que les pasa por salirse de la huella, hacer alianzas dudosas y pelearse entre ellos. Esta vez consiguieron un tractor, pero la próxima no los saca ni el ánima de Dorrego, aunque venga en el tren sanitario».

 

 

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