Dos familias venezolanas se radicaron en nuestra ciudad
Son conocidos del Dr. Edgardo Aronskind quien facilitó su llegada
a Carlos Casares.
A pesar de distintos avatares que nos haya tratado el destino, iniciar el camino hacia un mañana mejor, es una de las metas de la vida.
Entrar como un extraño a una vivienda donde se notan las carencias materiales de un recién arribo, apenas unas horas, viniendo de momentos de dificultades que obligan a decisiones que conllevan consigo un desafío que tal vez sea para toda una vida, nos muestra un mundo en el que se mezclan dolor de ausencias con esperanzas de un porvenir que traiga en sus brazos, como metáfora de la existencia, el sol radiante de un futuro mejor. Eso sentí, sin dudas, el lunes cuando visité la casa de Pueyrredón 50, que antaño me había sido un lugar común, cuando en mi niñez vivieran en ella mis tíos y mi prima… pero eso fue hace muchos años…. hoy encontré allí 8 rostros desconocidos, ansiosos de mostrar su fe en el futuro, a pesar de muchas ausencias de bienes materiales que, muy posiblemente y con la ayuda del tiempo que todo lo logra, sean de pronto solución. ( esperanzas venezolanas que, por un casi milagro de la vida, llegaron a nuestro Carlos Casares).
CASARES, EL NUEVO OASIS DE SUS VIDAS…
Y allí estaban, como un nuevo canto a la vida, María Sanabria, su esposo, Edgar Márquez, y sus bellas hijas, también se suman la abogada Sanabria, hermana de María y su esposo Gonzalo Biaggi. Y una hermosa morochita, la menor del grupo, siempre pendida a su chupetín “pelotita”.
Y allí comenzamos a desandar su historia. María Sanabria, que tomó la posta del relato. Nos aclaró que no tenían lasos familiares con la familia Aronskid, como se había comentado en un principio, sino un fuerte sentimiento de agradecimiento y gratitud. Y nos narró “Lo que pasa que él es primo de una persona que fue mi jefa en Venezuela hace muchos años, y que alguna vez en una visita suya a Isla Margarita, nos conocimos y tuvimos una hermosa amistad. Luego pasó un tiempo sin vernos hasta que nos reencontra-mos y comenzamos nuevamente la relación más cercana”
Y prosigue el matrimonio Márquez – Sanabria: “la situación en Venezuela está muy mala, los sueldos son insuficientes, la falta de alimentos e insumos, principalmente en la salud, son notorios. Yo siempre tenía los deseos de marchar, nos dice María, pero a mi marido siempre le costaba más el impulso para venir a otros lugares de mundo, hasta que nos llegó el momento, y aunando deseos y necesidades, prácticamente con lo puesto, el destino nos trajo a este hermoso lugar, donde a pesar de los pocos días que nos encontramos en él, a través del cariño de Chara y Ana Berón, otra amiga que regaló el destino y que son nuestros ángeles protectores, nos vamos poco a poco a reincorporarnos a una vida común”.
LA SEGUIMOS EN LA PRÓXIMA…
Y eso como una película que va dejando atrás un terreno de privaciones, carencias, dolor y desarraigo y que va caminando a un nuevo mundo con horizontes de esperanzas y sueños, merece seguir conociendo muchos detalles que seguiremos viviendo en la próxima edición….