No sólo los abuelos son víctimas de un engaño, también lo somos los ciudadanos con las promesas mentirosas de los políticos.
Dentro de las tantas definiciones del famoso «Cuento del Tío», se dice que es un tipo de estafa, una engañifa que tiene como fin aprovecharse de la inocencia de una persona para estafarlo con una historia creíble. Son nuestros abuelos, los viejos, son las víctimas más vulnerables que caen en ese tipo de engaños, y son despojados de sus dineros y otros valores.
Pero no son sólo los abuelos los inocentes que creen historias mentirosas y terminan engañados. En realidad lo somos todos los ciudadanos, pero no engañados por la delincuencia, sino por nuestros propios representantes, quienes nos gobiernan y a quienes hemos elegido. Ellos nos hacen el «Cuento del Tío», y caemos como chorlitos dando crédito a sus promesas cuando en realidad nos están mintiendo descaradamente, y no a los ancianos de 80 o 90, sino a ciudadanos en plenitud de sus vidas. Y el resultado es el mismo, tal vez no de golpe pero sistemáticamente nos despojan de nuestros ahorros, nos empobrecen día a día, y se ufanan de pobres conquistas cuando en realidad todo lo hacen mal.
El «Cuento del Tío» es una práctica diaria de unos y otros, mentirosos profesionales que vuelcan el país incumpliendo promesas vanas y dejándonos como a esos pobres abuelos, desconsolados y secos, con la esperanza de que otros «tíos» aún más mentirosos nos prometan el cielo y nos lleven derechito al infierno.