Una necesidad, pero también una incomodidad
El Casares año verde, aquel de las puertas abiertas, de la tranquilidad ciudadana, ese remanso de paz que nada tenía que ver con la locura de las grandes urbes, ya no existe más. Con el plus de la modernidad, de la cercanía a todo lo novedoso y útil, especialmente a la información y al estar en tiempo real al tanto de todo lo que sucede en el país, han venido, se han afincado muchos males que nos hacen temer, prevenir y otros que nos torturan, pero que son necesarios.
Hablemos del problema del tránsito urbano, especialmente en la zona céntrica, que acarrea un drama con el estacionamiento, a tal punto que ha llevado a las autoridades a poner en marcha el estacionamiento medido, para que quien deba hacer un trámite y concurra en su vehículo lo haga, pague por ese tiempo y se vaya, no que se eternice estacionado el mismo horas e impidiendo que otros que necesitan ese espacio puedan hacerlo.
Pero a ese sistema que en realidad a muchos molesta, ya que pagar no es grato, se suma el problema de su organización. Son muchas las protestas, la gente busca a los cobradores, no los encuentra y si lo hace suele discutir con ellos, se encuentra con un aviso de multa y se encoleriza, en fin, es un tema que provoca enojos, críticas e incomodidad,
Es probable que desde la comuna se haya intentando encontrar la mejor forma de implantar esa medida. Muchos no lo creen así, no se adaptan a esta última modificación en su metodología, que seguramente fue concebida con la idea de agilizar el mecanismo, provoca airadas críticas.
No caben dudas que el tema es complejo, y que tal vez la intencionalidad ha sido la de agilizarlo incorporando la tecnología a su implementación. Pero, no todos lo entienden así, para muchos es una tortura, otros se están adaptando, pero las voces negativas son mayoría.
Males de la época, del crecimiento de las comunidades, del valor agregado (en contra) que trae la modernidad.