SE FUE UN AMIGO…

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No voy  a escribir una crónica de tu muerte,

si siempre fuiste un canto

a  la vida….

 

Con la lúdica ilusión del apostador empedernido, confiador ante los caprichos de los números, de la velocidad de la patas de un tungo de carreras, o las volteretas de un dado en el cubilete del destino, fuiste caminando sin apuros tu camino con la sonrisa oficiándote de compañera…

Radical por herencia y por destino, sin alardes ni negarlo si apretaban, en épocas que antaño padecimos, con la mano extendida a los favores y abrigada de calor para los amigos. No fue tu intención doblar el lomo, ni por obediencia ni esfuerzo, debo asumirlo, pero tampoco tu cerviz de obsecuencia se agachó nunca para conseguirlo. Siempre hiciste la tuya sin perjudicar con ello  a tu vecino, como debe ser, sin estridencias, como todo hombre bien nacido… Tuvimos un amigo en común, ¡Pollo querido!, en aquel Oscar Elías cuyo abrazo tantas veces compartimos… y su recuerdo fue una flor de no me olvides que nos mantuvo unidos…!

Cómo escribir una crónica a tu muerte, Bernardo Fermín Pluma Pomar!, si sigues vivo…

Recuerdo cuando otro amigo en común, Cacho Andreoli, fue elegido, como Intendente, en la euforia del festejo, sin eufemismos, me acercaste una copa de burbujas y alegría, porque, como dijiste, con tu humildad y tu sonrisa, “quiero compartir con mi amigo, mi alegría” y el abrazo de un radical y un peronista, se elevó sobre las barreras de ideologías…

¡Cómo escribir una crónica a tu muerte, si, como Troilo, siempre estás regresando y no te has ido…!

Un día el destino, para que no camines solo tu camino, te dio una amante esposa y compañera y Dios bendijo esa unión con la llegada de “la nena”, que le puso más calor a tus inviernos y te diplomó de abuelo, ¡que es tan lindo!. Recuerdo aquel accidente en que oficiando de rayero en una cuadrera te dio pasaporte de emérito y el título de jubilado convivió con tus números y fue la bandera agitada del ludismo, que elevara tu sonrisa y tu lirismo.

Pero los años, la vida o el destino, como el caudaloso río de la existencia, no detienen su camino  y se cobra con salud el peaje hacia el descanso postrer, tan merecido, y ya con casi 90 pirulos y hacia  el disco del final de un Dardo Rocha de la vida, ese mal que no tiene piedad, le puso silencio a tu sonrisa y el 24 de julio, porque tiene que haber un punto final en el calendario, para entropillar los recuerdos tan queridos, entre sonido de galopes y de dados, entre suspiros de números y adioses de tapetes y de naipes y el calor de los abrazos de un millón de amigos, emprendiste el camino de nostalgia hacia el celeste espacio donde se guardan los recuerdos más queridos.

Cómo voy  escribir la crónica de tu muerte, Bernardo Fermín Pluma Pomar, si sigues vivo….

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