En el aire la voz del cantor, nos va diciendo “allá van galopando, los últimos gauchos para donde irán”… ”van flotando al viento sus negras melenas”… ”Los últimos gauchos, los leones vencidos, se van galopando, para donde irán…”. “Los centauros de la patria mía, se llevan con ellos nuestra tradición…”
Y no es solo una canción, es el sonido de una triste despedida, en la hora en que uno de nuestros últimos gauchos, , que como dijo también el poeta fue “auténtico exponente de una raza a quien jamás exaltara pluma alguna que escribiera la historia de mi patria…”.
Se estaba marchando hacia los celestes pagos de los recuerdos y la nostalgia, Pedro Edelmar Ferreyra. Ese querido paisano de señorial presencia física, erguido y altanero, como poniéndole el pecho al destino, luciendo con orgullo las pilchas del gaucho luchador y de trabajo, pobre en ropaje, pero rico, inmensamente rico en vivencias y sentimientos. Ese fogón de amistad, que con la mano abierta a la gauchada y el pecho presto a la ayuda y el tiempo dispuesto a la mateada juntadora y amiga, era en Pedro la bandera de sincero sentimiento de hermandad y catre donde descansó siempre la honestidad y la humildad, sus prendas que lo vistieron siempre desde la humilde cuna que lo viera crecer.
Verdadero cultor y apoyo permanente de la Huella de Fortines, que acompañó desde los primeros momentos de su marcha por la historia lugareña, como un abanderado de esos gauchos que silenciosamente, pero con la frente altiva y el orgullo enhiesto, se llevaban con ellos nuestra tradición…
Acostumbrado a las tareas camperas, las gélidas heladas de los crudos inviernos y los tórridos soles del estío, fueron esculpiendo, como en el mármol de una estatua, su rostro de gaucho curtido y su carácter esmaltado por la sana hosquedad del que ha sufrido en la vida para ir caminando los caminos, por la senda del sacrificio y la honestidad, como una criolla religión de los deberes del hombre de nuestro interior, hecho a los rebencazos del destino, donde la lonja sobada de la vida, le fue marcando un sendero donde galopara el potro redomón de su espíritu indomable, pero del aliento largo y el instinto fiel…
Así era, como un canto al criollismo, como la representación de nuestros “últimos gauchos”, Pedro Edelmar Ferreyra que el martes 31 de julio, con solo 53 años de edad, flotando al viento su negra melena, se fue llevando nuestra tradición…
J. D. O.