Carpintero, lindo oficio,
quien no lo quiere aprender…
Deje maestro que cante
a lo noble y fragante
que hay en su taller…
Como cantara el poeta salteño José Ríos, que además era también carpintero, en su Zamba del Carpintero, que inmortalizaran Los Fronterizos, “huelen a cedro sus manos y a roble su corazón, siempre la misma tarea, golpea y golpea, martillo y formón” y ese “carpintero lindo oficio…” con que comienza su Zamba, nos va transportando a la calle Alvarado, entre Balcarce y Arenales, frente al taller de Palacios, donde Oscar Sánchez tenía su carpintería. Allí, “con el alma contenta, cualquier herramienta le rinde mejor”, siempre citando los versos del salteño José Ríos, Oscar Sánchez, bonachón y trabajador, fue escribiendo entre aromas de madera recién serrada y mariposas de aserrín, una vida de carpintero esmerado laburador.
Tenía allí su hogar, su familia, su vida, pero un día el destino, con sus caprichosos designios, otra senda marcó para su marcha .
Y Oscar Sánchez, con la mirada tal vez más apagada, pero con los anhelos y esperanzas intactos en su alma, comenzó a trascurrir ese nuevo sendero. Tal vez otras tareas, tal vez otros sueños, fueron poniendo el calor de los soles de otoño en su vida. Y junto a Carolina González, cocinera de primera, se fue dedicando a la cría de conejos y a tareas con menos olor a madera, pero que desarrolló con entusiasmo, dedicación y dignidad, como fueron todos los actos de su vida.
Pero un día ese “golpea y golpea, martillo y formón” calló sus sonidos, porque el primer día de agosto de 2012, el miércoles 1º, aquel antiguo carpintero, como el San José de la Biblia, dejaba el fragante oficio de trabajar la madera y de vivir. Con 77 años de edad, fallecía en nuestro Hospital Municipal Oscar Sánchez, un apreciado vecino.
Que el Señor le de la paz eterna que se merece y que, desde los recuerdos, sagrado idioma del alma, siga habitando nuestros sentimientos.
J.D.O.