¿A LA GENTE DEL CAMPO LE VAN A HABLAR DE CUARENTENA?
Viendo la estampida que se formó días pasados cuando en un recreo de la cuarentena se permitió a la gente de la capital que incursionara a correr en la noche porteña por los parques y avenidas de la ciudad, quien observaba ese desborde tenía una pintura de cómo evalúan los porteños el aislamiento de la cuarentena.
Que se lo cuenten a la gente de campo, reculando apenas unas cuantas decenas de años , cuando los campos de nuestro país subdivididos en miles de chacras y estancias, estaban poblados por sus propietarios, personas empleadas si las extensiones eran grandes o sus propios dueños si se trataba de chacras o pequeños campos.
Consultado un hombre de campo que hoy deshoja 80 abriles , éste nos decía: “Aquellos sí que eran aislamientos, yo vivía con mis padres en un campo entre Cadret y Bellocq y veníamos al pueblo cada 15 o 20 días para provisionarnos de los alimentos, en especial la galleta de panadería La Nueva y todo lo que pudiéramos necesitar hasta el próximo viaje. Recuerdo que el trayecto era largo, salíamos en el charret prácticamente de noche, mamá nos tapaba con unos ponchos en invierno porque el frio te hacía temblar. La carne la dejaba un carnicero en la tranquera del campo y la verdura que consumíamos la producía nuestra propia huerta. Si la habré visto a mi vieja agachada juntando zapallitos, repollos o tomates. La leche la traía un tío que se levantaba a la madrugada para ordeñar las vacas. Y los sábados mi abuela mataba un par de pollos, era una fiesta. Estábamos solitos, con la única luz de un farol “sol de noche” en la cocina y velas en las habitaciones. La cocina de leña estaba prendida todo el día, era como el termo de estos tiempos. No nos dábamos cuenta de nuestra soledad, o mejor dicho no la padecíamos. Era una cuarentena perpetua, yo veo ahora el escombro que hacen cuando les abren la puerta de la “tranquera” y me quiero morir. Si tenés tiempo te puedo estar contando una hora de mis soledades en aquella época. Hoy la pasan bien, con televisión, jueguitos, teléfonos celulares para hablar con amigos y parientes, ¿dónde está la soledad?. Pero claro, los tiempos eran otros, las comparaciones no son buenas, pero el recordar las similitudes a titulo anecdotario, no está demás”.
Es probable que ante los nuevos escenarios que proponga la pandemia, se tomen otras medidas que tal vez endurezcan las actuales. El presidente espantado por lo que ocurrió, ya lo insinuó, veremos que pasa.