Es la hija del conocido vecino Fernando “Pucho” Scherdenovsky
Circuló por las redes sociales una extensa nota de la exvecina Graciela Scher-denovsky, sumamente contrariada porque desde el comité de crisis (ella denomina acertadamente grupo de salud) no le permiten visitar a su padre, el que se encuentra internado en el geriátrico propiedad de la vecina Carolina Córdoba, aduciendo que ya lo había visitado una vez. Dice que le habían prometido que lo vería si cumplía con los protocolos necesarios, palabra que no cumplieron. La carta es muy cáustica, responsabilizando a dicho “grupo de salud” si le llega a pasar algo a su padre, manifestando que son personas que se han puesto la camiseta de la insensibilidad, rematando su nota con un dicho que dice le enseñaron: «hay que pisar mierda para sentir el olor». Acusaciones injustas y un final escatológico, desagradable de las que no son merecedoras las personas que integran el Comité de Crisis, que nos constan y le constan a toda la comunidad que ejercen sus funciones con profesionalismo en salvaguarda de la salud de la población ante una pandemia nacional y mundial que no perdona, y menos aún a las personas de avanzada edad que pueblan los geriátricos, cuya vulnerabilidad es notoria.
Es comprensible que una hija que tiene internado a su padre y no lo puede ver se sienta mal y que no acepte las disposiciones nacionales y provinciales que prohíben sin excepciones las visitas a los geriátricos, las que no son caprichosas sino basadas en acontecimientos reales que por falta de previsiones, geriátricos enteros han sido diezmados por el Covid 19.
“Pucho” Scherdenovsky es un querido vecIno de esta comunidad, como lo era su esposa Marta Iscoff (f), una familia honorable como dice su hija Graciela. Pero ello lamentablemente no la exime de cumplir con las disposiciones dictadas para los geriátricos pensando en la vida de los allí internados.
Es seguramente cierto que para “Pucho” Scherdenovsky hubiera sido una alegría ver a su hija, a la que no ve desde el mes de enero, pero una excepción en este caso hubiera abierto la puerta para que todos los hijos y familiares de los internados en los geriátricos se hubieran sentido con derecho a visitarlos.