Extensas campañas de seguridad ponen el acento en los riesgos que corren quienes conducen en la ruta y hablan por teléfonos celulares. Son muchos, ya incontables los accidentes trágicos ocurridos a conductores y acompañantes por culpa de hablar por celular, ya sea al intentar marcar un número, o al distraerse en la conversación, sin prestar atención a lo que ocurre en el camino.
Pero no solo en la ruta el peligro es latente cuando se habla o manipula un teléfono celular. En nuestra ciudad no solo los conductores de autos, camionetas o camiones hablan por teléfono mientras conducen, sino también los motociclistas, que con una mano manejan y con la otra sostienen el imprescindible adminículo, que ya usan hasta los chicos del jardín de infantes.
Días pasados un cronista de este diario se desplazaba en la ruta en dirección a nuestra ciudad, haciéndolo detrás de otro vehículo, cuyo conductor hablaba por un celular. Dicha persona también ingresó a nuestra ciudad por el acceso Mouras, y tuvo que frenar con cierta violencia para no chocar el cordón de la entrada. Siguió hablando y en lugar de ir por su mano lo hacía por el centro de la calzada sin observar que detrás suyo iba otro vehículo. Se «comió» un lomo de burro, siguió casi en zig-zag, hizo caso omiso a la bocina del auto que iba detrás suyo (el de nuestro cronista), e inició -siempre hablando- el cruce del paso a nivel sin advertir que un automóvil salía de la estación de servicio y retomaba la Avda. Maya en dirección al semáforo. El choque, aunque sin importancia, fue inevitable. Allí el hombre cortó el teléfono y se bajó enojado insultando al conductor del auto que se cruzó en su camino.
Y como el relatado debe haber cientos de ejemplos diarios en los que el uso del celular provoca accidentes o circunstancias riesgosas en la que se está a punto de chocar o de llevar a alguien por delante.
Seguramente muchas de las personas que lean esta nota son potenciales fanáticos del uso del teléfono celular, y saben perfectamente los riesgos que asumen cuando lo usan conduciendo.
El motivo de la presente es llamarlos a la reflexión. Cuando suena el teléfono y se hace impostergable contestarlo, se debe detener el auto en la banquina si se maneja por ruta, o estacionar al costado de la calle si se conduce en la planta urbana.
Queda para otra oportunidad hablar de quienes toman mate mientras conducen, y suelen acompañar el placer de un amargo con una rica factura. Y aquí la culpable no es la tecnología, sino un vicio tan viejo como nuestra propia historia.