Falleció a los 101 años esta italiana que hacía más de 80 años que vivía en Argentina. Fue madre de los doctores Juan Bruno y Sergio Humberto Carcioffi..

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Los años, cual cuentas del rosario de la vida, van  formando  con la suma de sus perlas un cúmulo de vivencias y experiencias que serán, en el final del recorrido terrenal, la historia de nuestra propia existencia. Pero cuando su conjunto supera las medias consideradas normales para una vida, ya son notas de una hermosa canción que suele ser entonada en los celestes espacios por ángeles y querubines de rosada estampa y celestial voz. Por eso cada presencia centenaria tiene algo de celestial y mágico, más allá de las propias cualidades personales de quien llega a ese tiempo de existencia.

Blanca Malpina Prenna de Carcioffi, integrante de una reconocida familia de nuestra sociedad,  falleció, superando el siglo de vida. En el mes de abril había cumplido sus 101 años. Nacida en Italia, vino a Argentina cuando tenía 14 años, acompañada de su madre Giuseppa y un hermano. A su padre no lo había conocido, puesto que murió cuando ella era bebita. Llegaron a Buenos Aires y se hospedaron por un corto tiempo en casa de un familiar, hasta que vinieron a Carlos Casares, para trabajar en la casa principal de la familia Maya en el campo. La adaptación a la nueva vida y a costumbres tan diferentes a las conocidas allá en su Italia natal, significaron muchas noches de lágrimas y dolor. Pero el amor, que todo lo cura, golpeó a su puerta, conociendo a Juan Carcioffi, un carpintero de una gran bondad  y excelente persona, que fue su compañero para toda la vida. Don Juan, recordado deportista, además, fue un gran arquero de Sp. Huracán, donde lo apodaban “el hombre sin nervios”, por su gran tranquilidad y aplomo en momentos cruciales del partido.

De este matrimonio nacieron dos hijos, Juan Bruno y Sergio Humberto, ambos médicos que poblaron su universo de nietos y bisnieto, para darle a su últimos años, la alegría que supliera  el enorme dolor que significara la partida de sus seres queridos que se le habían anticipado en su marcha al mas allá.

Esta gringa, sufrida y de una gran personalidad, que sentía una verdadera pasión por la ensalada de rúcula y radicheta y por la pasta casera, que ella misma sabía amasar con maestría, cumplido más de un siglo de existencia, con los achaques propios del tiempo transcurrido, fue viendo pasar los días en espera, callada  con resignación, de su instante postrero. El lunes 17 de setiembre, Blanca Malpina Prenna de Carcioffi, con la gloriosa mochila de sus 101 años, como preciado trofeo de la vida, iniciaba el viaje final, hacia los celestes espacios de donde se vuelve todos los días a través de los recuerdos.

En el acto de su velatorio en la Sala Velatoria de la Empresa Vita, como en la inhumación de sus restos, en el Cementerio Municipal, previo rezo del responso religioso en la Iglesia Parroquial, Nuestra Señora del Carmen, se vio reflejado el dolor que su partida causara

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