EDITORIAL

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UN RARO CLIMA EN CASARES QUE NO SE CONDICE CON LA REALIDAD

¿Se observa en nuestro partido un clima similar de descontento, falta de dinero, frustración y enojo con las políticas del gobierno nacional?. No, o por lo menos no lo parece, no existen protestas o enojo público, los vecinos parecen ocupados, no se manifiestan por falta de trabajo o de dinero. Todo parece normal, el comercio trabaja, tal vez menos, es cierto, pero no existen quejas generalizadas. Los fines de semana, viernes, sábado y domingo, todos los lugares de entretenimiento o gastronomía se ven colmados, la gente parece alegre, sale a divertirse o a comer y se presagia un verano similar o mejor. Todo esto es sin duda alguna para celebrar, aunque haya casos extremos de pobreza o necesidad como es de suponer.

A nivel municipal todo parece bien, las quejas son las mismas que en todos los gobiernos, que el tránsito, las motos, las calles –algunas- poceadas y otras críticas por el estilo, pero no se puede discutir que el crecimiento de Casares ha sido exponencial, se ha extendido de manera notable, con servicios y desde el punto de vista social, brindando la oportunidad a los vecinos que puedan tener su casa propia. ¿Es poco eso?, no y menos en plena crisis fomentada por el gobierno nacional, para lograr resultados económicos en desmedro de la clase media y generando la pobreza. Pero en Carlos Casares poco y nada de eso se ve, se vive un microclima distinto. Por citar un ejemplo, el gobierno sacó el ramal del ferrocarril que conectaba a Bragado con Pehuajó y aquí a nadie se le movió un pelo. En cambio en Pehuajó hubo quejas, manifestaciones públicas con el intendente a la cabeza. No es porque no les importe, es porque no hay ánimo para ese tipo de protestas. La gente parece bien, conforme con el gobierno comunal al que respeta y reconoce sus méritos.

El chino que viene. No es un actor ni un deportista de artes marciales, es simplemente un empresario que acaba de alquilar un mega local (juntó dos) en plena Avda. San Martín en el cual abrirá un comercio que le dicen “regalería” pero que –según comentarios- venderá absolutamente de todo y que promete sacudir a los comerciantes de ese ramo. Hay preocupación pero por suerte nada más, veremos los resultados. Está claro que la comuna local no ejerce ni ejercerá medidas coercitivas para aquel que desee radicarse sea comercial o industrialmente mientras cumpla con los requisitos que fijan las normas municipales. Casares, un pueblo amable que da la bienvenida a todo aquel que desee radicarse para contribuir al progreso local aunque provoque algunas rispideces.

La última: si los casarenses no son felices, ¿la felicidad donde está?.

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