Hay personas que pasan por la vida, dejando tras sí una estela de señales, situaciones, momentos, circunstancias, que los hacen especiales, porque tiene algo especial que los distingue. Son como seres con celestiales rayos de luz que ilumina su paso. Pueden ser, para otros, cosas insignificantes, pero que en su círculo personal, en su entorno, les dan características muy definidas.
Tal es el caso de Nilda Esther Buffarini, que donde estuviera presente mostraba una elegancia que hacía que nunca pasara inadvertida. Enfermera por vocación, siempre demostró para el cargo y su profesión una capacidad especial, un trato ameno y esa elegancia y señorío que siempre la acompañaron.
Hace varios años, comenzó su tarea ligada con el trato para con enfermos y pacientes, cuando con pocos años de edad y mucho entusiasmo comenzó como mucama en el Hospital Municipal. Pero en base a su vocación, el estudio y el sacrificio, un día se recibió de enfermera, titulo que era su orgullo.
Luego de un tiempo trabajando como tal en el Hospital Municipal, fue trasladada al Centro Materno Infantil, donde fue, por varios años, una referente y una de las empleadas emblemáticas del lugar.
Siempre cuidando al máximo su aspecto personal, logrando con su figura elegante acaparar la miradas. Y en alguna oportunidad, fue elegida como representante de la elegancia de la tercerea edad, logrando también ese halago en una oportunidad en Mar del Plata cuando los Torneos de los Abuelos Bonaerenses.
Madre de dos hijos, César y Sonia, el ramillete de nietos que ellos le regalaron al otoño de su vida, fue el hermoso presente que le hizo olvidar, de alguna forma, el dolor de haber dejado su trabajo, que tanto amaba, cuando, en reconocimiento a sus años de sacrificio y dedicación le dieron ese premio – castigos que muchas veces es la jubilación. Y comenzó a transcurrir el último tramo de su existencia, en la paz de su hogar, como en un reposo del soldado. Pero, lamentablemente, los designios del destino tejen su trama no siempre de la mejor manera y su salud comenzó a deteriorarse y el 27 de octubre, en la ciudad de La Plata, donde había sido trasladada para una mejor atención a sus dolencias, la sorprendió la muerte. Sus familiares, sus muchos amigos, sus colegas de trabajo, y la población en general sintió un gran dolor provocado por su partida.
Sus restos mortales fueron inhumados en el cementerio municipal, previo responso religioso rezado en la Iglesia Parroquial, Nuestra Señora del Carmen, el sábado 27 a las 18,15 hs. ante reiteradas demostraciones de dolor y pena.
Si, Nilda Esther Buffarini fue de esa clase de personas, que dejaron a su paso una estela de hermosos recuerdos, que la han de perdurar en el tiempo.