Pronto, en unos meses más ya comenzarán los aprestos para las próximas elecciones legislativas que se realizarán en el mes de octubre, produ-ciéndose así la renovación de la mitad del Concejo Deliberante, en estos momentos compuesto por 5 concejales del GEN-FAP, 1 concejal de UCR-UDESO, 1 del PRO, 4 del Frente para la Victoria y 3 de Unión Vecinos Casarenses. La gente del senador Foglia (GEN-FAP) renovará 2 de sus cinco bancas (Miró y Utrera), Silvia Banfi de UCR-UDESO termina su mandato, al igual que Jorge Zabala del Pro y los tres concejales de Unión Vecinos Casarenses, Grasetti, Pinciaroli y Brum.
QUIEN SE QUEDA CON LAS TRES…
Dicho en buen romance a los concejales de Unión Vecinos Casarenses les gusta Torchio a quien sin duda han apoyado, pero les arde el Frente para la Victoria. Se han reunido, han cambiado ideas pero el escollo sería siempre el mismo, aunque podría privar el entendimiento que tienen con el jefe comunal antes que emprender cualquier aventura. Tiraron sobre la mesa la posibilidad de conformar un partido vecinal hecho y derecho, pero al balancear los pro (nada que ver con Zabala) y los contra la idea se habría desechado. Una fuente por lo general bien informada nos dijo que a Pecky Grassetti le sería ofrecida una banca por parte del Frente para la Victoria, mientras que alguien allegado a la concejal que acaba de festejar sus 6 décadas, dijo: «Si acepta será con los dientes apretados, pero siente que debe colaborar con Torchio, ya que con el resto…ni a misa».
Así están las cosas, el GEN-FAP tiene roto los lazos familiares con UCR-UDESO y se huele a venganza, Zavala en su soledad no parece tener intenciones de rescatar a sus descarriados ex-compañeros de bloque, y estos que hicieron rancho aparte estuvieron muy cómodos en una alianza implícita con Perelló y sus boys. En octubre se sabrá si el FPV engrosa su lista de concejales con aportes de Unión Vecinos, si Foglia logra las dos bancas que necesita, aunque afirman tener seguras tres y por ahí una cuarta, y queda por saber que pasará con Zavalita, si retoma con furia la política o si enfunda la mandolina y se va al campo a refugiarse en la naturaleza, que por cierto parece ser más noble (aún con seca e inundaciones) que la política.