La calandria brinda su canto en la mañana con su trino que es dulce y melodioso para darnos un mensaje de amor sonoro cuando mil cuerdas de nostalgia la acompañan, pero si un día a su lira de armonías, un enorme dolor lo golpea silencioso, su canto no tendrá más las melodías que alegraron con su canto nuestro entorno.
Muchas veces, también, cual la canora avecilla puebla de cantos la mañana, la vida nos regala y quita en las auroras la flor amiga que nos alegraba nuestra estancia… y nos quedan las sonrisas y los recuerdos para que no olvidemos su presencia su amada…
La vida, con su paso sin prisas pero sin pausas de transcurrir la existencia, suele darnos presencias, que como la calandria recordada por el poeta le ponen sonidos de alegría a nuestra marcha por este mundo, pero que un día, por esos incomprensibles y dolorosos designios del destino que maneja como un titiritero gigante y siniestro los hilos de nuestro andar, se van apagando dolorosa y lentamente hasta volverse silencio y ausencia.
Mónica Beatriz Anidos de Arraztoa, joven y destacada abogada casarense, jovial y alegre, firme en sus convicciones y rectos procederes, escribió, con la premura del que tiene los tiempos acotados por ese destino que nos rige, una historia plena de vivencias. A fuerza de sacrificios y dedicación logró merecidamente su título de Abogada, al que dignificó y dio brillo con sus actos profesionales y de vida.
Peronista de toda la vida, firme en sus convicciones, defendió y justificó con sus acciones, que la llevaron a ser Asesora Letrada y elemento de consulta para los funcionarios municipales de turno para luego, como un reconocimiento a su valer, fuera nombrada Jueza de Faltas, donde se desempeñara con corrección, mereciendo el reconocimiento de sus superiores y de la comunidad.
Casada con Alberto Miguel Arraztoa, la vida les dio el hermoso regalo de un hijo, Francisco, que alegró ese hogar, que un día comenzó a ver negras nubes de dolor sobre su hasta entonces límpido cielo. La garra siniestra de una enfermedad dolorosa y terminal, comenzó lentamente a oradar su existencia, y esa vida llena de alegrías y satisfacciones, se volvió de pronto, senda de dolor, pena y adiós.
Y el jueves 7 de febrero, cuando tan solo contaba con 53 años de vida, Mónica Beatriz Anidos de Arraztoa, comenzó a transitar por el celeste sendero de los recuerdos, de donde, como aquella calandria canora del poeta, ha de venir a darnos la caricia de su presencia, que nunca será olvido, sino reiterado abrazo de cálido retorno.
El enorme dolor y desazón que su partida produjo se vio reflejado en el acto de su velatorio y la inhumación de sus restos, a las 18,30 horas del jueves 7, en el Cementerio Municipal, previo responso religioso en la Iglesia Nuestra Señora del Carmen.
Mónica Beatriz Anidos de Arraztoa, que el Señor te de la paz eterna que te mereces.