«Para que no manejen y se puedan divertir sin límites…»

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Ese texto, aparecido en la publicidad del pub bailable Helihantus de nuestra ciudad, como parte del «famoso» ofrecimiento de remises gratis para quienes deseen concurrir a dicho local, encierra un mensaje peligroso, aunque no dudamos que la intención no ha sido esa.

Hoy en día la sociedad está jaqueada, si así podemos decirlo, por prohibiciones destinadas a preservar la salud, la seguridad y el bienestar de los ciudadanos. Está prohibido fumar en lugares cerrados, sea oficinas públicas, bares y confiterías y todo tipo de comercios. Cada publicidad de alcohol o cigarrillos debe explicar que tanto uno como otro son nocivos a la salud. De la prohibición del uso de drogas ni hablar, también existen en tránsito, sea para regular velocidades, ordenar, etc. Y podríamos enumerar cientos de otras prohibiciones. En lo que hace a los menores de edad esas prohibiciones intentan resguardarlos en su edad temprana de los males de una sociedad que no está pasando precisamente por su mejor momento.

Por eso es que la frase «se puedan divertir sin límites», no es afortunada. Los límites, aunque puedan llegar al lugar de entretenimiento sin manejar, deben existir. No porque no se maneje se puede tomar alcohol sin límites. Una persona, aunque sea mayor,  que abandona un local nocturno excedido de alcohol está expuesta a riesgos, no solo para su propia integridad sino también de sus vecinos. Con frecuencia vemos que grupos de jóvenes alcoholizados rompen vidrieras ensucian frentes, hacen todo tipo de daños y se trenzan en peleas callejeras, en las que muchas veces terminan con serias lesiones en el hospital. Sería ideal vivir en un sociedad sin que nadie fijara límites, pero lamentablemente eso se hace imposible.

Las mismos credos religiosos han puesto desde tiempos inmemoriales límites a la moral, al comportamiento y a las costumbres. Vivir sin límites es una utopía.

Aclaramos nuevamente que de ninguna manera esta reflexión pretende darle una interpretación aviesa a la frase mencionada en un aviso publicitario. Simplemente creemos que su interpretación no debe ir más allá que la intención del que la escribió. Los límites deben existir aunque no se maneje. La diversión es buena y satisfactoria cuando se está en pleno uso de sus facultades.

 

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