Si bien aún las estadísticas delictivas de Carlos Casares son menores comparadas a las de pueblos vecinos, está claro que aquel pueblo de las puertas abiertas ya no existe más, ahora se toman previsiones como rejas, alarmas, se buscan escondrijos para el dinero y objetos de valor, y aún así siempre persiste el temor a ser víctima de los ladrones. Y si a eso le agregamos que los delincuentes cada vez actúan con mayor violencia, muchas veces armados y dispuestos a todo, hace que el panorama sea más preocupante aún.
Es comprensible la indignación y bronca al sentirse víctima de los malvivientes, como también se entiende que ante un hecho delictivo se pueda reaccionar en forma instintiva sin mediar las consecuencias.
En nuestra anterior edición relatamos lo ocurrido al conocido vecino Jorge Barenstein, que al sufrir un robo en su comercio persiguió e intentó capturar al ladrón, sin saber si este estaba armado o era un violento. El menor interceptado por Barenstein evitó que el comerciante lo aprehendiera rompiéndole el parabrisas de su auto, pero seguramente si hubiera estado armado y dispuesto a defenderse otra hubiera sido la historia.
Es preferible que roben la plata, pero no la vida. Perseguir a un delincuente es arriesgarse a consecuencias muchos mayores. Ellos nada tienen que perder, su ventaja es mayor.
Es por lo tanto aconsejable que aquellos que sean víctimas de un ilícito no intenten capturar a los autores o hacer justicia por mano propia, porque la historia puede transformarse en trágica. Dejemos que sea la policía la que se encargue de perseguirlos, de investigar y detenerlos si es posible.
Todavía podemos decir que en Casares la violencia en hechos de robos y hurtos es mínima, pero es sabido que sus autores por ser «los mismos», y pasar una y otra vez por comisarías, establecimientos correccionales y la cárcel, se vuelven más «profesionales», y ese aprendizaje incluye la violencia en todas sus manifestaciones.
Es el mundo en el que vivimos, resignarnos sería bajar los brazos, pero intentar revertirlo por nuestros propios medios, puede ser suicida.