No sabemos si llamarlo insólito o entender que los criterios de quienes imparten justicia son tan disimiles que van de un extremo a otro, al punto de que un ciudadano que fue juzgado por el asesinato de su esposa y resultó absuelto por el tribunal en juicio oral, acaba de ser condenado a prisión perpetua por otro tribunal que evaluó las mismas pruebas del anterior.
Nos referimos al vecino José Manuel Menéndez al que todos conocen por «el Gordo Menéndez», quien fuera juzgado por el brutal crimen de su esposa Susana Naudín, y fuera absuelto por el tribunal oral que lo juzgó, para que luego por decisión del Tribunal de Casación al cual apeló el fiscal, se ordenara un nuevo juicio oral por entender los ministros de ese tribunal que no se habían tenido en cuenta pruebas contundentes ni tomado testimonios fundamentales en el juicio en el que fue absuelto. Pero, el nuevo tribunal constituido a tal fin, decidió no realizar dicho juicio y dar por válidas todas las pruebas y testimonios evaluados en aquella oportunidad y emitir una nueva resolución.
En tal dictamen, pronunciado el día martes 12, dicho tribunal resuelve condenar a Menéndez a prisión perpetua, dando lugar a la pena solicitada por el fiscal, sin tomar en cuenta ninguna otra prueba, fuera de las ya presentadas en el juicio oral en el cual fue absuelto.
¿Qué hubiera ocurrido si la fiscalía no hubiera apelado a Casación?. El hombre que hoy ha sido condenado a la pena máxima por haber sido encontrado autor material del crimen de su esposa, hubiera seguido en libertad porque aquel tribunal que lo juzgó no encontró elementos para culparlo.
Esto que para el ciudadano común resulta confuso y difícil de entender, es probable que para los que administran justicia sea algo común y corriente. Pero claro, cuando analizamos que de esas interpretaciones tan opuestas depende la libertad, el futuro y hasta la vida de las personas, no podemos menos que sentir un escalofrío, y rogar que ante una situación en la que debamos someternos a la justicia, el criterio de los jueces se ajuste a la cabal interpretación de las pruebas analizadas y a todos aquellos elementos que les permitan emitir un fallo justo.
Dejemos de lado el hecho de que la justicia esté tan cuestionada en este país, dado que se entremezclan intereses de tipo político que todo lo embarran. Pero en casos como el que detallamos, en los que no juega la política ni intereses espurios de las partes, el decir que algo huele mal en la justicia, tiene más que ver con la idoneidad de quienes la imparten, y eso es realmente preocupante.