No escapará al criterio de ninguno de los vecinos casarenses que los integrantes de los partidos opositores, llámense concejales, dirigentes, legisladores, etc. no han participado ni participan de ninguno de los actos oficiales que se realizan, salvo aquellos que tienen connotaciones con fechas patrias o de carácter institucional o histórico local. No concurren a inauguraciones de obras que tienen que ver con la salud y el bienestar general, tampoco participan en eventos de tipo cultural o deportivos solidarios, en actos o inauguración de obras en beneficio de personas discapacitadas, y otros, marcando así una ausencia que lejos de pasar desapercibida se la contabiliza como una actitud demasiado política, cercana al egoísmo y emparentada a la mezquindad de no aceptar aquello que está bien y es positivo a pesar de que quien lo hace no es del mismo color político.
Es necesario aclarar que dichas actitudes no son patrimonio de estos tiempos, ya ha ocurrido en otras gestiones y desde otros sectores del arco político local. A tal punto que pareciera que los turnos de la política marcan los tiempos de unos y otros, como si nuestra comunidad fuera divisible de acuerdo al color político del que gobierna. Un disparate.
Y tal vez sea el momento de modificarlas, y también el pensamiento de desconocer los logros comunitarios, cuando estos vienen desde la vereda de enfrente. Los gobiernos aunque sean de alternancia política, deben respetar la continuidad de las obras públicas que se realizan en beneficio de la comunidad y continuar con aquellos proyectos que por su naturaleza trascienden a los gobiernos. Sean culturales, sociales, que tengan que ver con la seguridad, la educación, el tránsito urbano, la salud, etc.
Nobleza obliga, se dice cuando la dimensión de un logro obliga a reconocerlo.