El nuevo estilo del Papa argentino Francisco, destinado a agiornar a la Iglesia y ponerla más en contacto con sus fieles, como así también mostrar una imagen más terrenal y humana de quien es el representante de Dios en la tierra, está tomando un rumbo que muchos consideran sumamente riesgoso, ya que apunta a desnudar las intrigas de poder, corrupción y «lobby gay» que anidan en el Vaticano, en una admisión sin precedentes, para muchos escandalosa, que ya ha generado en ambientes eclesiásticos una profunda resistencia.
No es noticia alguna el hecho de que haya en el seno de la Iglesia sacerdotes y obispos homosexuales, es un secreto a voces, pero secreto al fin que nunca había sido reconocido oficialmente, y menos desnudado por el mismísimo Papa, lo que ha causado una profunda conmoción en sectores que ostentan un gran poder dentro de la misma Iglesia, a tal punto de que hay quienes temen por la seguridad y acaso la vida del Sumo Pontífice y lo han hecho público, tal el caso del famoso sacerdote italiano Paolo Farinella, que se animó a decir que por hablar el lenguaje de la verdad, al Papa lo pueden envenenar, que no está seguro allí adentro, que arriesga su vida.
Es de esperar que esas predicciones no se cumplan, que el Papa Francisco siga con esa campaña de esclarecimiento y sinceramiento que tanta falta le hacía a la Iglesia, pero por sobre todo que muchos de sus mandatarios terminen de transitar por los caminos de la ignominia, desprestigiando con sus acciones a esa sagrada institución.