Con un sencillo pero emotivo acto se conmemoró el Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia. El acto oficial se llevó a cabo en la Plaza San Martín con la presencia del intendente municipal, Esc. Walter Torchio, la presidente del H.C.D., Ana Laffont, la presidente del Consejo Escolar, Marisel García, la Jueza de Paz, Dra. Soledad Contreras, el padre Juan Pellegrino, concejales de los distintos bloques, funcionarios municipales, autoridades educativas, representantes de instituciones intermedias y de colectividades, alumnos de establecimientos educativos y público en general.
Luego de izar los pabellones nacional, provincial y casarense, y de las tres colectividades, se entonaron las estrofas del Himno Nacional. Posteriormente, el Director municipal de Cultura, Horacio Vita dirigió unas palabras referidas a la importante fecha. Por último, el padre Juan elevó una oración en conmemoración de este día.
Vita hizo una crónica de aquellos años desde su propia experiencia de joven militante político. Recordó el regreso del General Perón y la visión del país que tenían en aquella época muchos jóvenes.
Estos son algunos párrafos de su discurso en el que hizo hincapié, fundamentalmente, en la necesidad de mantener la memoria viva de aquellos sucesos para que “no sucedan Nunca Más”.
“Isabel Perón fue detenida y trasladada a Neuquén. La Junta de Comandantes asumió el poder, y designó como presidente de facto a Jorge Rafael Videla. De esta manera comenzaba la etapa más oscura de toda la historia argentina: el autodenominado «Proceso de Reorganización Nacional».
La Junta Militar aparte de enfrentar las acciones guerrilleras desarrolló un proyecto planificado, dirigido a destruir toda forma de participación popular. El régimen militar puso en marcha una represión implacable sobre todas las fuerzas democráticas: políticas, sociales y sindicales, con el objetivo de someter a la población mediante el terrorismo de Estado para instaurar terror en la población y así imponer el «orden» entre comillas…, un “orden” basado en no permitir ninguna voz disidente. Se inauguró el proceso autoritario más sangriento que registra la historia de nuestro país. Estudiantes, sindicalistas, intelectuales, profesionales y otros fueron secuestrados, asesinados y «desaparecieron». Al tiempo que muchos de ellos se exiliaron en otros países.
La lista es innumerable. La noche de los lápices, las desapariciones de Haroldo Conti y el asesinado y desaparición de Rodolfo Walsh, ver en las llamas libros tan “peligrosos” como El Principito, las novelas de Gabriel García Márquez, los poemas de Pablo Neruda, las investigaciones de Osvaldo Bayer.
El robo sistemático de bebés.
Los exilios de artistas e intelectuales. La “Negra” Sosa es un ícono de aquella censura.
No hay que ir tan lejos tampoco, las desapariciones de amigos casarenses cuyo delito fue pensar distinto.
Hoy, luego de 28 años de democracia estos hechos, para algunos, para los más jóvenes parecen lejanos e irreales. Pero quienes los vivimos desde una posición militante tenemos la responsabilidad ante nuestros hijos y nietos de ejercer la MEMORIA.
El NUNCA MAS, libro que redactó la Comisión Nacional de Desaparición de Personas, la Conadep, debe ser un testimonio permanente de los años de terror.
Estos años de democracia nos dieron sus más y sus menos: El juicio a las juntas, el Punto Final y la Obediencia Debida, el Indulto. Todo pareció contribuir al olvido.
Sin embargo la resistencia tenaz, fuerte y positiva y el reclamo de justicia de un puñado de mujeres hizo posible que hoy estemos conmemorando el Día Nacional de la Memoria por la Verdad y Justicia.
Esta lucha de tantos años se basó en pedido de justicia. No hubo, no hay, ni habrá ningún atisbo de venganza o revancha. Hoy, los torturadores de ayer, tienen voz y pueden defenderse, hoy la democracia les da la posibilidad de hablar. Les da las posibilidades de defensa que ellos le negaron a miles de estudiantes, intelectuales, trabajadores, artistas.
La valiente postura de las Madres y las Abuelas encontró en los últimos años el eco en políticas de estado que reivindicaron la Verdad por sobre todas las cosas y la Justicia como pilares irrenunciables de un Estado verdaderamente democrático.
En 2003, tras iniciativas del Presidente Néstor Kirchner, las leyes de Punto Final y Obediencia Debida fueron derogadas por el Congreso de la República Argentina y los juicios se reabrieron, en tanto que la justicia comenzó a declarar inconstitucionales los indultos por crímenes de lesa humanidad que habían cometido los militares durante la última dictadura. De esta manera fue posible que cientos de represores fueran puestos en el banquillo de los acusados.
En 2006 se estableció el 24 de marzo como el Día Nacional de la Memoria y la Justicia y como feriado nacional a través de la Ley 26.085.
Más allá de nuestras disidencias, festejemos que la Memoria por la Verdad y la Justicia es una política de estado, es una política de todos, que ha sido motivo de elogio en el mundo entero. Los argentinos podemos enseñarle al mundo de qué manera, con Justicia, sin revancha ni venganza, se puede alcanzar la Verdad. Debemos estar orgullosos de ello”, finalizó repitiendo que no debería suceder “Nunca Más”.