Días pasados un vecino que vivió muchos años en la zona sur del país, que actualmente está radicado en nuestra ciudad, comentaba lo mal que manejan en Casares, especialmente en la ciudad. Nos citó numerosos ejemplos, y realmente debimos darle la razón. Fundamentalmente quienes conducen no respetan las más elementales normas de tránsito. Se adelantan por la derecha, no respetan el paso de quienes tienen prioridad, al doblar no ponen las luces indicadoras de giro, en los semáforos no respetan las luces ni las prohibiciones para doblar a la izquierda, y cometen todo tipo de infracciones, ya sea de estacionamiento, doblar en U, dejar estacionados sus vehículos en doble mano, y en el caso de los camiones no respetar los horarios de carga y descarga, circulan por el centro de la ciudad a toda hora e incluso salen a pasear en ellos los domingos.
Las soluciones pasan por la aplicación de las ordenanzas en vigencia, una actitud severa y decidida por parte de los inspectores de tránsito, a los que se los ve en grupos y ejerciendo una vigilancia tibia cuando en realidad en sus propios ojos se cometen infracciones de todo tipo.
Otra parte del problema es que a cualquiera hoy en día se le otorga un carné de conducir, cuando en otros partidos quienes solicitan la licencia de conductor deben cumplir con una serie de exigencias y demostrar no sólo conocimientos de las reglas de tránsito, sino demostrar que están en condiciones de conducir sus vehículos, estacionar con corrección y estar capacitados para realizar maniobras en situación de riesgo.
No escapan a este comentario los motociclistas, dueños y señores de las calles que en un gran porcentaje no respetan norma alguna, perjudicando a los que sí lo hacen y terminan como se dice «en la misma bolsa», por aquellos desaprensivos que poco y nada les importa el resto del tránsito.
El parque automotor local ha crecido de manera notable, las calles céntricas en horas pico se ven atestadas de vehículos, hay problemas de estacionamiento, saturación en los semáforos y como decíamos anteriormente a ello debe sumarse el sin fin de infracciones que cometen los conductores. «Manejan mal» como decía dicho vecino, y con cierta razón.