No lo tenemos en claro, y en rigor los vecinos tampoco lo tienen, cuál es el rol específico que cumplen los inspectores de la Guardia Urbana, tanto los que circulan en los móviles como aquellos que se ven en grupos deambular por el centro de la ciudad con sus chalecos amarillos. Si son exclusivamente inspectores de tránsito, como reza en sus chalecos, o si por el contrario son inspectores de la ciudad que detectan infracciones, aún aquellas que no son de tránsito, y bregan por el orden y el cumplimiento de las ordenanzas en vigencia.
Ojos que ven pero no ven la invasión de las veredas por vehículos, mercaderías, materiales en construcción, etc.
Ojos que ven pero no ven veredas obstruidas por empalizadas de obras en construcción que obligan a los peatones a transitar por la calle.
Ojos que ven pero no ven todo tipo de infracciones que cometen los vecinos, pero que las ignoran porque sólo parecen tener ojos para el tránsito.
No se puede negar que Casares luce bien, está prolijo y atendido como pocas veces estuvo. Pero esto que parece ser una crítica, no es más que señalar la «sintonía fina» que le falta al esfuerzo que desde distintas áreas del municipio se están haciendo por mostrar una ciudad cuidada. Hemos señalado con énfasis otras falencias, tal el caso de la desatención de los paso a nivel, pero es evidente que allí jugaban factores de jurisdicción, y si bien desde el municipio se entendía que tal tarea le cabe al ferrocarril, finalmente ante el reiterado reclamo de los vecinos comprendieron que en última instancia es la comuna la que debe hacer lo necesario para que esa situación tan molesta para el vecindario se vea solucionada. Así lo hicieron y hoy ese paso a nivel se está reparando a cero.
Es por lo tanto aconsejable que se instruya a los inspectores «de tránsito», que se ocupen a su vez de aquellas falencias que se observan a simple vista como las nombradas.
Mirar no siempre es ver. Quien mira y no ve es tan ciego como aquel que hace la vista gorda. Salvo que nos equivoquemos, y que los inspectores, ya sean de tránsito o de lo que fueren, crean como el célebre PRINCIPITO, que «sólo con el corazón se puede ver bien, que lo esencial es invisible a los ojos».