El lunes 4, día de cobro para muchísimos empleados y jubilados, los cajeros de los bancos no tenían ni una moneda. Se observaban largas colas de vecinos impacientes a la espera de hacerse de unos pesos. Las charlas de todo tipo matizaban la espera, pero nadie se movía por temor a que los carguen con poca «viyuya» y no puedan cobrar. Algunos le echaban la culpa a Moreno diciendo que no quiere que la gente gaste, otros a la Ley de Medios y nadie sabía por qué, pero todos tenían algo para decir. Las colas se prolongaron por largas horas. Lo que fue creado para agilizar los trámites, los demora aún más.