“Y bueno, ya está, lo logrado hasta aquí es importante, ellos son profesionales”, esto se escuchaba en el lado de Argentina 78, después que el Pelado Reyes pusiera el 3-2 para Agropecuario y sus volantes y delanteros desplegaran un miniconcierto de toques, sombreros y otras sutilezas futboleras. Pero los pibes de Argentina no se resignaban, sabían que una más iban a tener; y en el último minuto, de los 5 que el árbitro había agregado, llegó el empate agónico con una pelota de aire a la boca del arco, como en los anteriores, así, en la “cancha de arriba”, barullo, rebote y Jaime, uno de los emblemas de éste hoy del cuadro de las vías, metió el empate a pesar de las manos del joven arquerito de los sojeros. Delirio, dedicatoria a familiares que estaban detrás del arco y penales, no sin que antes presenciemos la bronca de los de Agro, que, argumentando injusticias, la manifestaban a viva voz y algo más.
Y vinieron los penales. La tensión en las más de mil personas presentes, se cortaba con un cuchillo. De un lado el gran candidato, Agropecuario y su gente, con jugadores de excelente calidad y estado físico para el chacarero fútbol casarense, de notable manejo de la pelota y de los tiempos. Del otro el entusiasmo, 2 ó 3 muy buenos jugadores y la garra de los demás, sabiendo que ése era el momento, Argentina 78 y su gente con el agregado del apoyo de gente de Deportivo, Boca, Atlético, Huracán, Defensores de Cadret, Smith, Moctezuma, en fin todo el resto. Proeza del arquero atajando uno y conversión de los cuatro que patearon. Nuevamente un Jaime, definía y ahora sí, quinto penal, adentro y el éxtasis, el loco festejo, las lágrimas y los emblemas del club presentes, la humilde emoción del Mago Torres, el espíritu de Pilín Bibiloni sobrevolando desde el más allá, la loca pasión disfónica de Martín Sacodato y Kayto Canido y la mirada cargada de recuerdos de ese símbolo eterno del club como lo es el “Gringo” Horacio Malatini. Junto a ellos una comisión directiva y unos colaboradores excepcionales, a los que se suma la impecable preparación física del interminable “Pingüino” Panizo.
Fue el triunfo del esfuerzo, la entrega, la garra y algo que el profesionalismo no hará olvidar jamás, aunque parezca una antigüedad, “el amor por la camiseta”. Lo de Argentina tuvo carácter de hazaña por el velo de humildad que lo rodea, por eso el apoyo del resto, porque muchos lo veían como el triunfo de los pobres contra el poder económico. Fue la final soñada, lástima que no la pudieron ver el Negro Fontanarrosa porque lamentablemente murió, Sacheri y Apo porque no vinieron, sino, sabés que argumento para un libro o un programa del estilo “… y el fútbol contó un cuento”.
Yo amo al fútbol, por la creatividad, el talento, la solidaridad del juego en equipo, el esfuerzo, el trabajo físico y porque es el más democrático y socialmente igualitario de todos los deportes y tuve la fortuna de ver esta final.
Por el lado de Agropecuario, pasada la bronca, no deben quedar resentimientos. Es un equipazo, que con los refuerzos que llegaron, sobresale en su zona del Argentino B, por lo tanto cuando juegue con los de “afuera”, creo que debemos alentarlo, es muy importante para Casares tener un representante en ese nivel de torneos nacionales. No deben enojarse los “sojeros”; esto es fútbol y la pelota “va y viene”.
DANIEL LOMBARDO