Estimo que con una experiencia de sesenta años en el accionar de la Policía de la Pcia. de Bs.As., puedo dejar algunas ideas para mejorar los tan anhelados deseos de la inmensa mayoría de los buenos y atormentados vecinos, de esta sociedad que nos toca vivir.
Para que las cosas cambien primero debe existir un verdadero y unánime deseo que ello ocurra, no de un sector sino de todos.
Si se quiere ganar la guerra a la inseguridad habría que abocarse a leer detenidamente esta maravillosa obra literaria “El príncipe” de Nicolás Maquiavelo, escrita en el año l513; sí mí querido lector hace ya quinientos años y no ha podido ser superada, y hoy tiene más vigencia que nunca.
Por ello habría que tomar nota que jamás se ganará una guerra si no se cuenta con un grupo humano, altamente profesionalizado y sabiamente educado, el número no hace a la calidad, sino la capacidad. Mil analfabetos no pueden enseñar a una persona, pero una persona sabiamente educada puede enseñarles a mil analfabetos.
Es primordialmente necesario resaltar en estas circunstancias, que después que el servicio militar dejó de ser obligatorio empezó la decadencia de nuestra juventud, guste o no guste, hasta utilizar el tenedor se les enseñó; sé que con esto voy a erizar la piel de muchas mamás, pero en lo personal les recuerdo que prefiero ver a un hijo cumpliendo con el servicio militar obligatorio, que dudar que puede estar siendo absorbido por la droga, este maldito flagelo nos va a costar muchas más lágrimas, que si estuviese cumpliendo con la Patria.
Si partimos de estos principios nos tendríamos que dar cuenta que la salida más práctica no es crear nuevas policías como venimos haciendo últimamente sino mejorar la que tenemos y no criticarla ni bastardearla.
Sólo los policías sabemos del mal psicológico que produce el deshonor y el desprestigio que causa escuchar a encumbrados funcionarios, políticos y opinólogos menoscabando a representantes del orden al sostener que carecen de actitud e incluso de aptitud para ejercer la profesión que nos impusimos y ahora nos quieren reemplazar con la Policía Municipal, si esto tuviera el menor asidero de racionalidad qué fácil sería solucionar las cosas.
Y por fin y por último a modo de despedida nada mejor que evocar una advertencia antológica del autor que cité en este escrito cuando nos recordó: “Juzgo imposible describir las cosas contemporáneas sin ofender a muchos.”
Guillermo Oscar Tous
Comisario General (r.a.)